La población congoleña refugiada en Burundi enfrenta una grave crisis humanitaria
Más de 88.000 refugiados han llegado a Burundi tras la escalada de violencia en el este de República Democrática del Congo, enfrentando condiciones de vida extremas en campamentos saturados. La falta de agua potable, alimentos y atención médica básica aumenta el riesgo de brotes de cólera, sarampión y malaria.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), más de 88.000 refugiados han huido a Burundi desde la reciente escalada de violencia en la provincia de Kivu Sur, en República Democrática del Congo. Las personas enfrentan condiciones de vida extremadamente precarias en los campamentos, con acceso limitado a agua potable, alimentos, higiene y necesidades básicas, mientras continúan llegando más personas en los últimos días. Médicos Sin Fronteras (MSF) estamos ampliando nuestra respuesta de emergencia y advertimos sobre el riesgo de propagación de enfermedades epidémicas como el cólera y el sarampión, así como de un aumento catastrófico de los casos de malaria entre una población ya vulnerable en medio de esta crisis.
“El campamento está saturado; se puede ver a varias familias compartiendo la misma tienda, y el suelo está cubierto de barro. Vemos a personas con botellas de agua de dos litros, que es todo lo que tienen para cubrir sus necesidades de agua; la comida es casi inexistente. Tememos un empeoramiento de la situación sanitaria y humanitaria”, explica Zakari Moluh, nuestro coordinador de proyectos, al describir la situación en Ndava, en Cibitoke, al noroeste de Burundi.
Desde la llegada de los refugiados congoleños hace dos semanas, hemos comenzado a ampliar nuestras actividades para brindar apoyo médico-humanitario. Alrededor de 37.000 personas cruzaron el río Rusizi y buscaron refugio en el sitio de Ndava, donde atendemos una media de 200 pacientes diarios en nuestra clínica móvil. Los casos complicados son derivados al hospital distrital de Cibitoke, donde un equipo garantiza la continuidad de la atención. Nuestro equipo también proporciona 25.000 litros de agua al día y construye letrinas y duchas para reducir los riesgos de enfermedades asociados a la falta de acceso a necesidades básicas de higiene.
“Vemos a personas en un estado de angustia, desesperación y agotamiento. Vemos mujeres que dieron a luz mientras huían, algunas que dan a luz en nuestra clínica. El 42% de las pruebas de malaria realizadas en los últimos días han dado positivo. En el campamento de Ndava hemos tratado 14 casos confirmados de cólera y hemos detectado un caso sospechoso de sarampión”, señala Moluh.
Alrededor de 29.000 personas han llegado al campamento de largo plazo de Bweru, en el este de Burundi, donde reciben asistencia de las autoridades y de organizaciones humanitarias internacionales. Estamos apoyando un centro de tratamiento del cólera con capacidad para 50 camas, a medida que la enfermedad se propaga, además de brindar apoyo logístico. Los riesgos para la salud son preocupantes en estas condiciones de vida tan hacinadas. El apoyo a la salud sexual y reproductiva, así como la atención a sobrevivientes de violencia sexual, se encuentran entre las necesidades prioritarias.
Estamos ampliando nuestra respuesta médica de emergencia en todo el país, con apoyo para el tratamiento del cólera y el sarampión, la vacunación y las actividades de agua y saneamiento.
Con la situación política y de seguridad evolucionando rápidamente en República Democrática del Congo, la población refugiada enfrenta una gran incertidumbre. Las autoridades y las organizaciones presentes en Burundi se enfrentan a necesidades abrumadoras. Se necesita una movilización inmediata de las organizaciones humanitarias para proporcionar atención sanitaria vital y otro apoyo esencial.
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