Burundi: cerramos nuestra segunda intervención de emergencia para las personas refugiadas congoleñas en Musenyi
Desde principios de año, decenas de miles de personas han huido de la inestabilidad que sigue reinando en el este de la República Democrática del Congo (RDC) y han buscado refugio en la vecina Burundi. En el sureste del país, más de 17.000 refugiados viven a día de hoy en el campamento de Musenyi.

Las malas condiciones de vida y el acceso limitado a la atención sanitaria han contribuido a la propagación de numerosas enfermedades, en particular la malaria. Tras una primera respuesta de emergencia a principios de año, Médicos Sin Fronteras (MSF) pusimos en marcha una segunda intervención durante el verano para mejorar el tratamiento de la malaria grave y ayudar a prevenir su transmisión.
En julio, Ismael y Crispin fueron dos de los muchos niños y niñas que recibieron tratamiento para la malaria grave en la unidad pediátrica del Hospital del Distrito de Gihofi. Derivados desde el campo de refugiados de Musenyi, situado a casi 80 kilómetros de distancia, fueron tratados junto con niños locales por el personal médico del hospital, con el apoyo de MSF.
“El pico estacional de malaria en primavera ha provocado un aumento de los casos graves, a menudo con complicaciones como anemia grave, hipoglucemia, dificultad respiratoria e insuficiencia renal”, explica el Dr. Jean-Claude Cishahayo, responsable de la intervención de MSF en Gihofi.
“El único centro sanitario del campo de refugiados de Musenyi, gestionado por una asociación local, está desbordado. La falta de medicamentos también es crítica. Esto ha provocado numerosas complicaciones y, trágicamente, muertes”.
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Marie Goreth Nshimirimana, de 28 años, ingresó en el Hospital del Distrito de Gihofi con malaria mientras estaba embarazada. Recibió tratamiento por parte de MSF. © Dorine Niyungeko/MSF
Refuerzo de la atención de urgencias durante el pico de la malaria
Entre febrero y abril de 2025, casi el 30% de los niños menores de cinco años que fueron trasladados desde Musenyi a los centros sanitarios de los alrededores no sobrevivieron. Esta alarmante tasa de mortalidad también se relacionó con la falta de ambulancias disponibles para emergencias médicas como la malaria grave, las complicaciones obstétricas, la necesidad de transfusiones de sangre y las infecciones graves.
“Podías llegar al centro de salud a las ocho de la mañana y no ser atendido hasta el mediodía, incluso en casos graves”, dijo Kasongo*, un refugiado congoleño que vive en Musenyi, en julio. “Si es necesario trasladar al paciente a un hospital, es posible que haya que esperar horas hasta que haya una ambulancia disponible”.
En respuesta a esta situación, MSF desplegamos equipos de emergencia a mediados de junio para apoyar al hospital de Gihofi, centrándonos en el tratamiento de la malaria grave en niños y mujeres embarazadas, grupos especialmente vulnerables a la enfermedad. También proporiconamos una ambulancia para facilitar los traslados desde y hacia Musenyi. Para reforzar aún más la capacidad, MSF aumentamos el número de camas en la sala de pediatría de 45 a 70.
“Nuestra prioridad era reducir la mortalidad durante la temporada alta de malaria”, afirma el Dr. Cishahayo. “Desde entonces, el número de casos graves ha disminuido, lo que nos ha permitido retirar nuestros equipos del hospital a mediados de agosto”.
“Sin embargo, siguen existiendo retos importantes, especialmente en lo que respecta al suministro de sangre para transfusiones. La cadena de frío necesaria para su almacenamiento se encuentra en Rutana, a unos 30 minutos de distancia”.
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Ampliación temporal instalada por MSF en la sala de pediatría del Hospital de Gihofi. Durante el pico de la temporada de malaria, se instalaron un total de 20 camas adicionales para atender a mujeres embarazadas y niños afectados por la enfermedad. © Dorine Niyungeko/MSF
Medidas preventivas para las personas refugiadas en Musenyi
Además del apoyo hospitalario, MSF también intensificamos las medidas de prevención en el campamento de Musenyi. Durante nuestra intervención de emergencia inicial en abril, se distribuyeron 8.000 mosquiteras tratadas con insecticida a las familias. En colaboración con las autoridades sanitarias de Burundi, se llevó a cabo una campaña de vacunación contra el sarampión en la que se inmunizó a 8.500 niños.
A principios de julio, nuestros equipos regresaron para instalar sistemas repelentes de mosquitos en los 116 cobertizos comunales donde residen las familias mientras esperan refugios familiares más pequeños. A principios de agosto se puso en marcha una campaña de fumigación a gran escala, en la que se aplicó un insecticida de larga duración para proporcionar una protección más duradera contra los mosquitos portadores de la malaria. En total, se trataron 1.146 refugios.
“Esperamos que esta acción reduzca los riesgos, ya que hay muchos casos y muchos niños están muriendo”, dice Elias, un refugiado que vive en Musenyi. “Por la noche, no podemos quedarnos mucho tiempo fuera, ¡hay tantos mosquitos, como moscas!”.
Tras la finalización de la campaña a mediados de agosto, nuestros equipos se retiraron del lugar y donaron los suministros médicos, incluidos medicamentos, camas y colchones, al centro de salud existente.
Nuestros equipos siguen vigilando la situación y están preparados para intervenir de nuevo con urgencia si es necesario. Una nueva organización ha intervenido para apoyar a la asociación local que anteriormente gestionaba las instalaciones.
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En el campo de refugiados de Musenyi, Burundi, equipos apoyados por MSF realizan una campaña de fumigación a gran escala y de larga duración contra los mosquitos, con el objetivo de reducir el riesgo de malaria entre las personas refugiadas. © Dorine Niyungeko/MSF
Persisten las enormes necesidades
A pesar de estas intervenciones, el acceso a la atención sanitaria básica en Musenyi sigue siendo una preocupación acuciante. Los refugiados siguen denunciando la escasez crónica de medicamentos y los frecuentes retrasos en los traslados hospitalarios de urgencia.
“Es evidente que esta población vulnerable necesita más apoyo médico”, advierte Adélaïde Ouabo, coordinadora de proyectos de MSF en Burundi.
“Las intervenciones de MSF en Gihofi y Musenyi han sido esenciales, pero no podemos satisfacer estas enormes necesidades por nuestra cuenta. Es urgente mejorar tanto las condiciones de vida como el acceso a la atención sanitaria a largo plazo”.
A medida que continúa la violencia en la República Democrática del Congo, siguen llegando más refugiados a Burundi. En Musenyi, diseñado originalmente para acoger a 10.000 personas, el Gobierno de Burundi y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han puesto en marcha un proyecto de ampliación para dar cabida a hasta 30.000 personas.
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