Las niñas y niños evacuados de Gaza: el pequeño Omar ya vuelve a caminar y jugar

A sus 5 años, Omar sobrevivió a un ataque aéreo que destrozó su pierna y lo obligó a huir de Gaza en plena campaña genocida. Tras pasar por cirugías en condiciones insoportables y llegar desnutrido a Jordania, hoy inicia un largo camino de recuperación lejos de la violencia que marcó su infancia.

MSF
18/11/2025
Omar está sentado con su hermana en el patio del hospital de cirugía reconstructiva de Amán, Jordania.

En los últimos dos años, la campaña genocida de Israel en Gaza ha causado pérdidas y devastación inimaginables. Las personas en Gaza, incluidos nuestros colegas, han sido asesinadas, heridas, hambrientas, sitiadas y desplazadas.

Nuestro colega Mohammad Al Hawajri, que trabajaba en Gaza como enfermero de quirófano, relata cómo él y su familia intentaron encontrar una seguridad que nunca llegó, y cómo finalmente logró escapar con Omar, su hijo de 5 años. Omar resultó herido por un ataque aéreo israelí y ahora recibe tratamiento en nuestro hospital de cirugía reconstructiva en Amán, Jordania.

“Días después del estallido de la guerra en Gaza, Israel ordenó que aproximadamente la mitad de toda la población huyera hacia el sur. Nosotros nos quedamos en el norte y nos trasladamos a la oficina más cercana de MSF, donde muchos miembros del equipo y sus familias se habían reunido. Parecía más seguro que nuestras casas, aunque cada sonido fuera nos recordaba que ningún lugar era verdaderamente seguro.

Con el paso de las semanas, las fuerzas israelíes irrumpieron en el hospital Al Shifa, y el miedo se extendió por cada rincón de Ciudad de Gaza. Para entonces, las tiendas y panaderías llevaban tiempo cerradas, y el hambre empezaba a apretar con fuerza en el norte de la Franja. La ciudad estaba siendo demolida, y quienes quedaban estaban muriendo de hambre. Decidimos huir, con la esperanza de que el sur ofreciera una pequeña posibilidad de supervivencia.

MSF intentamos organizar un paso seguro para el personal durante breves ventanas permitidas por las fuerzas israelíes. Partimos en un convoy de coches que trasladaba tanto a nuestro personal como a sus familias. Pero con miles de personas desesperadas por huir y el caos desbordando el corredor de Netzarim, la ventana se cerró antes de que pudiéramos cruzar hacia el sur, y tuvimos que regresar a Ciudad de Gaza. Cuando nuestro convoy, claramente marcado con logos de MSF, dio la vuelta hacia la clínica, de repente comenzó un tiroteo. Las balas rasgaban el aire; las ventanas estallaron y la metralla atravesó nuestros vehículos.

En medio del caos, Alaa Al Shawa, que había estado trabajando como enfermero de emergencias voluntario con MSF, recibió un disparo en la cabeza mientras sostenía a mis hijos. Murió en el acto.

  • Omar en clase en el hospital de cirugía reconstructiva de Amán, Jordania.

Mis hijos recuerdan ese día como si fuera ayer: los disparos procediendo de tantas direcciones que era imposible saber dónde empezaban, la bala que pasó justo por encima de sus cabezas antes de alcanzar a Alaa, y el asesinato de nuestro colega y amigo, a quien querían profundamente. Estábamos lo suficientemente cerca de la clínica como para correr hacia dentro, pero incluso allí vimos a Alaa desangrarse mientras todos los intentos por salvarlo fracasaban.

Las niñas y los niños gritaban, sus voces llenando el aire mientras Alaa era enterrado. Permanecimos allí paralizados, incapaces de procesar lo que había sucedido.

Quedamos atrapados en la clínica durante los días siguientes, durmiendo en el mismo lugar donde el cuerpo de Alaa descansaba bajo tierra. No había ningún otro sitio adónde ir. Mi hijo mayor estaba especialmente afectado; cada noche despertaba llorando, perseguido por la imagen del cuerpo sin vida de Alaa y por todo lo que había visto.

Cuando por fin logramos cruzar hacia el sur, a finales de noviembre de 2023, el camino estaba lleno de cadáveres que yacían donde habían caído. Era una imagen imposible de borrar.

Finalmente llegamos a Jan Yunis y encontramos refugio en las instalaciones de MSF. Pero incluso allí, la guerra nos alcanzó. Un bombardeo cercano hizo añicos las ventanas, sacudiendo el edificio por completo. Más tarde, un proyectil de tanque alcanzó directamente la instalación, a pesar de estar claramente marcada con la bandera y el logo de MSF. En ese ataque murió la hija de una de nuestras colegas de MSF.

Tras el bombardeo, huimos nuevamente, esta vez hacia Rafah, la supuesta “zona segura”. Pero incluso allí los ataques aéreos no cesaban. Aunque las bombas no cayeran directamente sobre las casas, su metralla atravesaba muros y refugios.

Siguieron meses de desplazamiento, marcados por pérdidas insoportables y condiciones de vida inhumanas. El tiempo se volvió borroso mientras nos movíamos de un lugar a otro, sobreviviendo día a día. Y cuando creíamos haber soportado lo peor, el genocidio trajo un nuevo terror a nuestra puerta. El 27 de junio de 2025, un bombardeo alcanzó la calle junto a nuestra casa. Nuestro hijo menor, Omar, estaba de pie junto a la puerta cuando un fragmento de metralla atravesó su pierna. Solo tenía 5 años, ya debilitado por meses de miedo y hambre.

En Gaza, fue sometido a varias cirugías en condiciones insoportables, en medio del hambre y los precios disparados de alimentos y medicinas, imposibles de pagar o de conseguir bajo el asedio israelí.

Seis semanas después, nuestros colegas lograron transferirnos al hospital de cirugía reconstructiva de MSF en Jordania. Para entonces, Omar estaba desnutrido y sus hermanos tenían un peso peligrosamente bajo.

Aquí, en Amán, ha pasado por nuevas cirugías y ha recibido atención en salud mental. Ahora puede ponerse de pie, jugar y volver a ser un niño. Verlo dar esos primeros pasos hacia la recuperación nos recuerda que, incluso después de todo, la vida puede volver a empezar.

Pero por mucho cuidado que reciba, una parte de su infancia siempre llevará las cicatrices de lo que ocurrió: un genocidio que todavía nos cuesta creer que se haya permitido que sucediera —a nosotros, a nuestros hijos y a la tierra que amamos profundamente”.