Tras los ataques perpetrados por Hamás el 7 de octubre, se cancelaron los permisos a miles de habitantes de Gaza que trabajaban en Israel.
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Según el Ministerio de Trabajo palestino, alrededor de 6.000 personas están ahora desplazadas en Cisjordania, algunas viviendo en condiciones deplorables. Nuestros equipos les proporcionan apoyo a través de donaciones que incluyen medicamentos para enfermedades no transmisibles, y también les ofrecen apoyo en salud mental.
“Antes del 7 de octubre todo estaba bien para mí”, dice Hussein*, de 62 años. Vive en Gaza pero había trabajado en Israel durante 37 años antes de la actual guerra en la Franja. “Iba a trabajar a Ashdod. A veces dormía allí y otras regresaba a Gaza para visitar a mi familia y quedarme con ellos”.
Para ganarse la vida y mantener a su familia, Hussein pintaba casas y trabajaba en granjas en Ashdod, una ciudad israelí a unos 35 o 40 kilómetros al norte de Gaza.
"Me trataban bien y tengo muchos amigos israelíes", explica. “Un día antes de los atentados del 7 de octubre, estaba tomando café con mi mejor amigo en el lugar donde vivía. Es israelí y lo conocí mientras compraba verduras en el mercado. Solía llevarle a él y a su familia algunas frutas y verduras de Gaza. Nuestras familias rápidamente también se hicieron amigas”.
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Centro de personas desplazadas en Yenín, Cisjordania. A miles de gazatíes que trabajaban en Israel se les cancelaron sus permisos después del 7 de octubre de 2023. Aproximadamente 6.000 de ellos están ahora desplazados en Cisjordania. © Faris Al-Jawad/MSF
Pero el 7 de octubre todo cambió para Hussein. “Estaba durmiendo cuando mi amigo y otro hombre entraron a mi habitación y empezaron a golpearme con palos. Gritaron: ‘¡tu gente nos está matando aquí y ustedes están durmiendo en nuestras casas!’ Me soltaron sus perros, que me mordieron y desgarraron el estómago y el torso”.
Después de 10 minutos, Hussein logró huir, pero tardó 30 minutos en llegar a un lugar seguro. “Llamé a un amigo mío israelí, que vino a recogerme. Me llevó a casa de otro amigo y allí me escondí 10 días sin ver el sol. El 18 de octubre tomé un taxi y vine aquí, a Cisjordania”, cuenta.
Hussein llegó a Ramala, la principal ciudad de Cisjordania, y decidió dirigirse al norte, a Yenín. Allí, muchos centros gestionados por las autoridades palestinas acogen a cientos de personas desplazadas de Gaza.
Nuestros equipos viajan a estos centros para hacer donaciones médicas, que incluyen medicamentos para enfermedades no transmisibles. Pero también ofrecen apoyo en salud mental. Algunos pacientes informaron a nuestros equipos que fueron golpeados, humillados y abusados mientras estaban detenidos por las fuerzas israelíes desde el 7 de octubre.
“La gente aquí es realmente amable. No me lo esperaba”, dice Hussein. “Pero mi familia está en la ciudad de Gaza. Allí viven mi esposa y mis hijos. A veces logro comunicarme con ellos por teléfono. Me cuentan cómo está la situación allá. Es terrible. Solo quiero vivir en paz. No queremos molestar a nadie y esperamos que nadie nos moleste a nosotros. Vivir en paz con nuestras familias, nuestros hijos y nietos. Palestina es mi país, dondequiera que esté, es mi país. Anhelo ver a mi familia en Gaza”.
Hoy, Hussein cree que nunca podrá volver a Ashdod, la ciudad donde solía trabajar.
"La situación nunca podrá volver a ser la misma", afirma.
*El nombre fue cambiado por cuestiones de confidencialidad.
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