Los medicamentos pertenecen al mundo

No hay sitio para las patentes ni para el lucro salvaje ante una amenaza como la que vivimos. Hablamos de las medicinas y vacunas que salvarán millones de vidas frente a la pandemia de la COVID-19. No deberían ser un lujo para nadie, ni en un hospital en Irak ni en el ambulatorio de nuestro barrio.

MSF
23/11/2020
Marta Cañas, Directora General de Médicos Sin Fronteras

Por Marta Cañas, directora general de MSF España

Demasiado bien sabemos lo que es no poder tratar a una persona enferma o proteger a un niño vulnerable porque el tratamiento o la vacuna son demasiado caros. Esta es una lucha antigua para nuestra organización. Hace 20 años, creamos la Campaña de Acceso a los medicamentos esenciales y hemos luchado en muchísimos frentes: VIH, tuberculosis, neumonía, malaria, hepatitis C, Ébola, enfermedad del sueño… Hemos contribuido a bajar precios, a proteger la producción de genéricos y a impulsar la investigación.

Cada éxito trajo un nuevo desafío y se nos plantea ahora uno de primer orden: los medicamentos, pruebas y vacunas para la COVID-19. Ya al comienzo de la pandemia, animamos a los Gobiernos a plantearse medidas como las licencias obligatorias, para que las previsibles patentes no acabaran dejando los medicamentos y las vacunas fuera del alcance de la mayor parte de la población del planeta.

La crisis del coronavirus requiere que las farmacéuticas asuman su responsabilidad en la protección de la salud mundial. Sin embargo, hasta ahora las señales no son esperanzadoras.

Gilead, titular de la patente del remdesivir (único fármaco aprobado expresamente para la COVID-19), quiere cobrar 2.000 euros por persona; eso, tras recibir más de 70 millones de euros de fondos públicos para su desarrollo, y cuando sabemos que el coste de fabricación de ese tratamiento completo no llega a los 10 euros. Por otra parte, se están registrando un número asombroso de patentes relacionadas con las vacunas que están en desarrollo, a las que están contribuyendo con enorme esfuerzo financiero entidades públicas e instituciones filantrópicas.

No hay sitio para las patentes ni para el lucro salvaje ante una amenaza como la que vivimos. Hablamos de las medicinas y vacunas que salvarán millones de vidas. No deberían ser un lujo para nadie, ni en un hospital en Irak ni en el ambulatorio de nuestro barrio.

 

Balanza: o vidas o monopolios. Una pandemia no es un negocio; no a las patentes.