Ofensiva en Ciudad de Gaza: "Los bombardeos y ataques se han extendido por toda la ciudad. La situación es terrible"
Esperanza Santos, nuestra coordinadora de emergencias en Gaza, describe la situación en la Franja mientras sigue la ofensiva en Ciudad de Gaza.
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"La situación actual de Ciudad de Gaza es terrible. Desde que el ejército de Israel anunció que iba a lanzar la ofensiva, se ha deteriorado. En la última semana, y desde el miércoles pasado, hemos visto cómo los bombardeos y los ataques —que estaban concentrados en algunos barrios y avanzaban progresivamente— se han extendido por toda la ciudad. Ahora mismo hay ataques durante el día y durante la noche, y en todos los barrios de Ciudad de Gaza. A veces con bombardeos por el aire, pero también con tropas avanzando en algunas zonas. Realmente, la situación es espeluznante. La gente está muy confundida, con miedo, y ya no sabe dónde ir, dónde puede estar segura. Desde el fin de semana hemos visto cómo la población intenta salir de manera desesperada.
Durante la semana pasada y la anterior, habíamos visto que parte de la población estaba intentando mover sus pertenencias y a algunos miembros de sus familias hacia el sur, intentando buscar una zona segura. Muchos de ellos —por ejemplo, nuestro personal— seguían viviendo en Ciudad de Gaza y seguían trabajando en los hospitales. Pero en los últimos días estamos viendo como hay una salida masiva de la población, sin un rumbo fijo. Porque, como hemos dicho muchas veces, el espacio en el sur de la Franja es muy, muy limitado: está ya lleno de gente, los servicios para toda la población son muy limitados y no hay espacio físicamente para acoger a casi un millón de personas que vive en Ciudad de Gaza.
Los hospitales siguen funcionando, pero el problema es que, aunque un hospital no sea atacado y sea un lugar seguro, el gran problema es cómo acceder a ese hospital. Toda la ciudad es una zona insegura, incluso el personal médico, las madres que tienen que dar a luz o los pacientes, los niños que tienen que venir al hospital, no disponen de un acceso seguro. Hemos visto que parte de los servicios médicos —sobre todo los ambulatorios— han disminuido, porque la gente no tiene acceso a ellos y porque hay gente que se está yendo. Pero el número de partos, de mujeres hospitalizadas y de neonatos, por ejemplo, en nuestra unidad de neonatología, no ha descendido, porque la gente sigue necesitando esos servicios. Todavía hay mucha gente que vive en Ciudad de Gaza y eso hace que la situación sea complicada. La guerra puede parar muchas cosas, pero no puede parar un embarazo, no puede parar un parto ni parar enfermedades. Y eso es lo terrible: que la población pone su vida en riesgo incluso para poder acceder a los hospitales.
La población de Gaza, y específicamente nuestro personal, estaba intentando aguantar en Ciudad de Gaza, no salir, porque esta vez el sentimiento es diferente: sienten que si se van de allí, no van a poder volver. Este es el sentimiento generalizado, y es la frustración, la tristeza y la desesperanza de muchos. Durante estos dos años han tenido que huir y que desplazarse varias veces. Muchos habían estado viviendo ya en el sur, luego volvieron al norte cuando se abrió, durante el alto el fuego, y aunque se rompió el alto al fuego, se mantuvieron allí. Lo más duro de ver es eso: cómo la gente se resiste a salir porque sabe que probablemente no podrá volver a Ciudad de Gaza, o que no va a ser más la ciudad que ellos conocían y en la que han estado viviendo.
"La guerra puede parar muchas cosas, pero no puede parar un embarazo, un parto ni enfermedades", dice Esperanza Santos, coordinadora de emergencias de MSF en Gaza.
Hoy, por ejemplo, uno de nuestros colegas —que trabaja con nosotros en la oficina— me contaba que estaban intentando aguantar como todos, intentando estar en su casa y no tener que desplazarse al sur, donde no hay sitio y donde tendría que vivir en una tienda de campaña. Pero me contaba que el jueves pasado hubo una orden de evacuación con muy poco tiempo de aviso —a veces avisan con 10 o 15 minutos— y estaban intentando saber qué hacer. Uno de sus hijos —tiene tres hijos— no estaba en casa. Me contaba, con angustia, cómo le decían “¿Dónde está? ¿Dónde está?” y de repente sonó una bomba. Cayó el proyectil y sonó la bomba en la calle, a 150 metros de donde estaba su hijo. Ese fue el momento decisivo en el que supo que no podían aguantar más y en el que le dijo a su mujer: “Vamos a preparar las cosas y nos vamos”. Me lo contó con impotencia de que no dependía de él, al darse cuenta de que era inevitable. Al final, durante el fin de semana, ha sido una de las familias que se ha desplazado y que ha venido a vivir al sur.
Efectivamente, yo ayer [lunes 15 de septiembre] hice el camino para salir de Ciudad de Gaza y bajé al sur. Son 12 kilómetros que separan la ciudad de la zona media, que se considera un poco más segura. 12 kilómetros que tardamos más de 4 horas y media en recorrer. Un camino lleno de gente, camiones, coches, carretillas, burros, gente intentando llevarse sus pertenencias, como podían, la mayor parte caminando. Muchas mujeres, muchos niños: uno con una garrafa, otro con una manta, otro con un colchón en la cabeza, con las mochilitas pequeñas de colegio. La imagen es muy dura, porque ves cómo la gente huye sin saber adónde va, pero debe escapar porque sabe que no es seguro quedarse. Lo que más vi ayer fueron familias enteras. Hablando con nuestro personal, muchos te dicen: “No tengo muy claro cuál va a ser mi futuro, pero quiero intentar que mis hijos tengan uno. No pueden garantizarles un futuro, pero está claro que quedarse en Ciudad de Gaza no es seguro”. Por eso, lo que más se ve en la población que se desplaza son familias con niños. Creo que la población adulta, sin hijos pequeños, en muchos casos todavía decide quedarse. También me lo han dicho: “Puestos a morir en el sur, prefiero morir en el norte”. Ya no pueden más: se han desplazado durante dos años, han tenido que cambiar de casa, moverse de un lado a otro cinco, diez, hasta 30 veces en algunos casos, y ya no pueden más.
"Creo que la población adulta, sin hijos pequeños, en muchos casos todavía decide quedarse. También me lo han dicho: 'puestos a morir en el sur, prefiero morir en el norte".
En principio, los hospitales y centros sanitarios están respetados. No van a ser bombardeados, nos dicen, aunque durante estos dos años hemos visto que no siempre se han respetado. Pero, de nuevo, una cosa es que en el hospital no vaya a pasar nada y otra que el personal, los pacientes o las mujeres embarazadas que tienen que dar a luz puedan llegar a él. Los caminos no son seguros.
Seguimos trabajando y tenemos el compromiso de seguir apoyando a los hospitales, estructuras de salud y clínicas, porque sigue habiendo gente en Ciudad de Gaza y seguirá habiéndola. Estamos intentando mantener las actividades; no podemos decir que de manera normal, porque no es normal la situación ni lo que está pasando, pero seguimos apoyando al personal sanitario, manteniendo el suministro médico y manteniendo lo máximo posible la capacidad de dar servicios médicos en los hospitales de Ciudad de Gaza.
Algunas de las personas y familias que se han movido al sur han podido encontrar trocitos de tierra que quedaban libres. Hemos visto que los pocos espacios que quedaban libres en la playa o en otras zonas del sur ya están completamente ocupados. Cada vez hay más tiendas. Lo que más llama la atención es cuando llegan los camiones cargados de pertenencias —colchones, mantas, las pertenencias de una familia— bajan y se quedan ahí porque ahora les toca empezar a buscar un sitio. Ves las cunetas de la carretera —que no es carretera, es una línea— cómo la gente llega con su camión, el camión descarga y vuelve a subir al norte, pero la gente se queda allí. Familias enteras esperando encima de sus pertenencias hasta que puedan encontrar un sitio donde vivir. Para muchos no hay opciones. No hay espacios y por los espacios que quedan disponibles hay mucha competencia. E incluso tienen que pagar precios muy altos por conseguir un terreno donde poner su tienda.
"Ojalá el mundo despierte y consigamos entre todos encontrar la manera de parar esta barbarie. Pero, por ahora, no hay indicios de que esto vaya a detenerse ni a mejorar en el corto plazo".
De momento, la situación no muestra ningún viso de mejora. Lo que hemos visto en las últimas dos semanas es que se ha deteriorado cada día más. Todavía mantenemos la esperanza —porque hay que mantenerla— y ojalá el mundo despierte y consigamos entre todos encontrar la manera de parar esta barbarie. Pero, por ahora, no hay indicios de que esto vaya a detenerse ni a mejorar en el corto plazo".
Fayez Al Barawi, médico de MSF
Vivo en un lugar donde, de día y de noche, el sonido de los bombardeos y de los disparos es constante. La metralla entra en las casas una y otra vez. Y tenemos que huir en plena noche, para refugiarnos en las calles. Esto ha pasado muchas veces. En medio de todo este ruido en las conversaciones sobre la ocupación e invasión de Ciudad de Gaza, ¿dónde quedamos nosotros? ¿A dónde vamos? El sur está completamente bloqueado. Esta semana fui hasta Deir al Balah, en el centro de Gaza, y a Jan Yunis, buscando un lugar donde quedarme, tratando de encontrar una alternativa. Los precios de las tiendas son astronómicos. El coste de alquilar un terreno, si es que encuentras un terreno, es inasumible. A dondequiera que voy, todos los lugares ya están al máximo de su capacidad. Hay tiendas y gente por todas partes. Algunas personas duermen tiradas en las calles.
In’am Masoud, madre de un paciente de MSF
Vivíamos toda la familia en una sola tienda. Ahora dicen que tendremos que volver a desplazarnos. El desplazamiento es una carga enorme. Cuando tenga que irme, ¿a dónde voy con mi hijo herido y con toda la familia? ¿A dónde los llevo? Sinceramente, no sé a dónde ir. Hemos sido desplazados muchas veces. Desde nuestras casas en el norte, he tenido que irme tal vez 10 veces. Cada vez que nos vamos, no sabemos a dónde ir. En ocasiones, la gente nos acoge; a veces en una tienda, a veces en una escuela. Nos ayudamos los unos a los otros, pero si tenemos que volver a desplazarnos, no sé dónde encontraré una clínica que pueda tratar a mi hijo. ¿Dónde recibirá atención médica?
Sahar Al Masri, madre de un paciente de MSF
Mi hija resultó herida cuando iba a buscar comida para sus hermanos. Hubo un ataque y fue alcanzada. Llegó cubierta de sangre. Ya hemos sido desplazados de Beit Hanoun. Ya nos habían desplazado antes. Fuimos al sur, y después regresamos a Ciudad de Gaza. Y ahora, ¿a dónde podemos ir? No tenemos dónde quedarnos. Estamos viviendo en tiendas en la calle. Y si tenemos que irnos otra vez, ¿cómo consigo tratamiento para mi hija? ¿A dónde puedo llevarla? ¿A dónde vamos?
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