Después de la aguda fase de emergencia, nuestra atención se ha centrado en brindar refugio, alimentos y artículos de socorro. La falta de estas necesidades básicas aún tiene un profundo impacto en la salud mental de las personas, con un aumento de casos de trastorno de estrés postraumático y problemas de comportamiento especialmente entre niñas y niños.
"Vivimos en una tienda de campaña; los niños tienen miedo de las casas y los edificios", dice Hind, madre de cinco hijos en Afrin, en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria. "Estamos muy cansados".
¿Dónde puedes encontrar refugio cuando tu hogar ya no es seguro? ¿Cómo puedes consolar a tus hijos cuando viven con el miedo de que la tierra se mueva debajo de sus pies?
Estas son algunas de las preguntas que se plantean los habitantes del noroeste de Siria, una región que se enfrenta al impacto de la crisis económica y a más de una década de guerra, que empeora por las secuelas de los devastadores terremotos que azotaron el noroeste de Siria y el sur de Turquia el 6 de febrero de 2023.
"Los terremotos crearon más pobreza, personas sin hogar y desplazamientos, y causaron un deterioro en las condiciones de vida de la población, empeorando la situación económica y el funcionamiento del sistema educativo y causando daños a la infraestructura", explica Thomas Balivet, nuestro coordinador general en el noroeste de Siria.
Además, miles de niñas y niños perdieron a sus cuidadores o sufrieron lesiones físicas y amputaciones. Todos estos factores han empeorado la situación de salud mental de miles de personas en toda la región".
Antes del pasado mes de febrero, muchas personas en el noroeste de Siria ya habían sido desplazadas de sus hogares por la guerra. A raíz de los terremotos, se encontraron en la indigencia, sin refugio, alimentos, agua potable u otros artículos básicos.
"Dejamos nuestra ciudad natal en Saraqib, al este de Idlib, debido a la guerra y a los constantes bombardeos, y después de años de estar desplazados y buscar seguridad, nos establecimos en Afrin, más al norte", dice Hind.
"La casa en la que nos alojamos no tenía paredes, colgamos mantas para tener sombra y privacidad. Mi esposo solía trabajar, pero apenas teníamos para comer. Luego ocurrió el terremoto y volvimos a perderlo todo".
El primer terremoto, de magnitud 7,8, dejó un rastro de destrucción que recuerda a los daños de la guerra que ya marcaron el noroeste de Siria.
"Al amanecer, bajé a Salqin, una ciudad de la provincia de Idlib. Vi edificios enteros derrumbados y convertidos en escombros", afirma Omar Al Omar, nuestro supervisor de salud mental en Idlib, quien recuerda las primeras horas después del terremoto.
"Lo que más me dolió fue escuchar las voces de las personas bajo los escombros pidiendo ayuda, mientras yo no podía brindar asistencia. Luego fui al hospital de Salqin, que está coadministrado por MSF”.
"Lo que más me dolió fue escuchar las voces de las personas bajo los escombros pidiendo ayuda, mientras yo no podía brindar asistencia"
“Cuando entré, me impactó ver a los heridos y cadáveres en las habitaciones y pasillos del hospital. Ya no era capaz de mantenerme en pie, me senté en el suelo y rompí a llorar”, recuerda Al Omar.
"En el hospital, podíamos sentir las réplicas, y en todo momento entraban en el hospital un gran número de heridos y lesionados. Fue una noche que quedará grabada en mi memoria hasta el último día de mi vida".
Incluso antes del pasado mes de febrero, el sistema de salud del noroeste de Siria estaba en dificultades, con instalaciones médicas con poco financiamiento y servicios limitados. Los terremotos dañaron 55 instalaciones de salud, dejándolas incapaces de funcionar plenamente.
Además de asistencia médica, las personas de toda la región necesitaban sanitarios, duchas, sistemas de calefacción, ropa de invierno, generadores, mantas, kits de higiene y productos de limpieza.
En las horas posteriores al primer terremoto, nuestros equipos brindaron atención médica de emergencia e inmediatamente comenzaron a distribuir artículos de emergencia esenciales. En los días siguientes, enviamos 40 camiones cargados con artículos médicos y no médicos a la zona, incluidos alimentos y material de refugio.
Mientras tanto, nuestros expertos en agua y saneamiento construyeron baños y duchas para las personas supervivientes del terremoto y les proporcionaron agua potable.
Después de la aguda fase de emergencia, nuestra atención se centró en brindar refugio, alimentos y artículos de socorro, garantizando el acceso a la atención sanitaria, así como a los servicios de agua y saneamiento", afirma Balivet. "La falta de estas necesidades básicas ha tenido un profundo impacto en la salud mental de las personas".
Un año después, la destrucción física causada por los terremotos es menos visible que antes, pero el impacto en la salud mental de las personas es severo.
"Desde el terremoto, los casos de trastorno de estrés postraumático y problemas de comportamiento han aumentado, especialmente entre las niñas y niños", dice Al Omar, "además de ataques de pánico, varios tipos de fobias y síntomas psicosomáticos".
Abordar las necesidades de salud mental de las personas
MSF hemos proporcionado servicios de salud mental a personas en el noroeste de Siria desde 2013. Después de los terremotos, lanzamos una iniciativa integral de salud mental como parte de nuestra respuesta de emergencia.
Equipos móviles de asesores de salud mental brindaron primeros auxilios psicológicos, mientras que se ofreció asesoramiento especializado a pacientes de riesgo moderado y alto en 80 localidades de toda la región.
También organizamos sesiones para ayudar a las personas a lidiar tanto con sus reacciones psicológicas inmediatas como con las emociones que vienen después. Nuestros equipos brindaron un total de 8.026 consultas individuales de salud mental después de los terremotos.
"Desde el terremoto, los casos de trastorno de estrés postraumático y problemas de comportamiento han aumentado, especialmente entre las niñas y niños"
Espacios seguros para mujeres, niñas y niños
También establecimos un programa de "espacios seguros" en cuatro localidades del norte de las provincias de Alepo e Idlib, en colaboración con organizaciones asociadas, para proporcionar lugares donde las mujeres y los niños pudieran tomarse un momento de respiro de la dura realidad exterior.
Estas actividades siguen en marcha, y se han añadido tres sitios adicionales en la provincia de Idlib. Dentro de estas carpas exclusivas, las mujeres niñas y niños participan en juegos y actividades como dibujar. Participan en sesiones grupales o simplemente se sientan y descansan.
Ya sea en una contemplación tranquila o a una conversación animada, las mujeres y los niños en estos espacios encuentran un refugio donde pueden desconectarse momentáneamente del peso de sus problemas y simplemente respirar.
Unas 25.000 mujeres y niños han utilizado los espacios seguros. Nuestros equipos también derivaron a 1.900 mujeres y niños y niñas a otras organizaciones para recibir tratamiento de seguimiento por problemas de salud física o mental.
Hind, que visita con frecuencia uno de nuestros espacios seguros dice que cuando entra en el espacio seguro, “me olvido de todo, olvido la agonía y el miedo. Mis hijos vienen conmigo y juegan. Todos olvidamos el miedo, todos olvidamos lo que pasó después del terremoto".
"La inversión en la mejora de las condiciones de vida de la población del noroeste de Siria es esencial", dice Balivet. "Solo abordando las causas profundas del sufrimiento podemos esperar encontrar el camino hacia la recuperación".
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