Siria: persisten los desafíos en el noreste y aumentan las necesidades humanitarias
La población del noreste de Siria enfrenta crecientes dificultades para acceder a servicios esenciales como agua, alimentos y atención médica. Una reciente evaluación que hemos realizado revela un deterioro alarmante en las condiciones de vida, marcado por la escasez de recursos y la vulnerabilidad económica. Las historias de las comunidades afectadas muestran una crisis humanitaria que continúa profundizándose.
Las personas en el noreste de Siria siguen enfrentándose a dificultades para acceder a atención médica, agua y alimentos, según una evaluación que hemos realizado a principios de este año en la gobernación de Al Hasakah. Nuestro personal habló con más de 150 familias tanto de comunidades locales como de personas desplazadas internamente.
Nuestra evaluación en junio confirmó que la población afronta graves barreras para acceder a servicios básicos. Entre los encuestados, el 90% afirmó haber pospuesto o evitado buscar atención médica debido a los altos costes de consultas y medicamentos, la falta de instalaciones cercanas o en funcionamiento, y el peso del transporte.
“No pudimos conseguir la medicación para la enfermedad crónica de mi padre durante más de cuatro meses. Su condición empeoró y se complicó, y finalmente necesitó una intervención quirúrgica urgente. Hicimos todo lo posible para reunir el dinero para la operación, pero fue demasiado tarde. Mi padre falleció”, dice *Khoula, residente de Al Hasakah.
El 85% de los hogares informó que ellos o algún familiar vive con al menos una enfermedad no transmisible (ENT).
Para hacer frente a estos desafíos, trabajamos en colaboración con la autoridad sanitaria local para apoyar clínicas especialmente diseñadas para el tratamiento de enfermedades no transmisibles en las gobernaciones de Al Hasakah y Raqqa.
Escasez de agua
En el noreste de Siria, la amplia escasez de agua -impulsada por el cambio climático, el uso del agua como arma, las prolongadas sequías y la extracción excesiva de aguas subterráneas- se ha visto agravada por los frecuentes daños en la infraestructura hídrica, incluidas las estaciones de agua de Allouk y Tishreen.
Desde 2019, las interrupciones repetidas en la estación de Alouk, la principal fuente de agua segura para casi un millón de personas, han obligado a las familias a depender de fuentes inseguras y no reguladas. Los resultados de la encuesta indicaron que solo el 37% de los hogares puede acceder de manera constante a suficiente agua para cubrir necesidades básicas de higiene y uso doméstico.
“Ahora nos bañamos una vez cada cinco días. Tenemos que elegir entre estar limpios y estar hidratados”, dice *Khalid, un hombre de 26 años desplazado a Al Hasakah durante los años del conflicto.
La evaluación subraya que la inseguridad hídrica afecta de manera desproporcionada a las mujeres, quienes son las principales responsables de asegurar el agua para el hogar. A menudo deben caminar largas distancias, enfrentando agotamiento físico, acoso y explotación.
“Estaba recogiendo nuestra ración de agua del tanque comunitario. El hombre encargado de la distribución insistió en que entrara para que pudiera ‘ayudarme’. Cuando se acercó, me tocó inapropiadamente. Quedé tan afectada que me fui sin llevar el agua; desde entonces, nunca he vuelto sola”, cuenta *Fatima, una mujer de 27 años de Al Hasakah.
Las mujeres informaron que algunos proveedores privados han ofrecido agua a cambio de favores sexuales, lo cual es inaceptable y pone en evidencia la intersección entre vulnerabilidad, género y supervivencia.
Nuestros equipos rehabilitaron recientemente 12 pozos en Al Hasakah y apoyaron la rehabilitación de dos estaciones de agua (Al Aziziah y Al Hamma), preparándose para un posible reinicio de Alouk y así garantizar el acceso a agua segura para las comunidades locales.
Vulnerabilidad económica e inseguridad alimentaria
La vulnerabilidad económica es generalizada, con ingresos familiares medianos de 150 dólares al mes (unos 130 euros), y un rango que va desde apenas 15 hasta 200 dólares (de 15 a 170 euros). Los alimentos se han vuelto cada vez más inaccesibles para las familias con menores ingresos, y el 77% de los hogares encuestados reportó escasez de alimentos varias veces al mes.
“La crisis en el noreste de Siria no se trata solo del conflicto; se trata del deterioro diario de la capacidad de las personas para sobrevivir con dignidad. Estas cifras reflejan una situación humanitaria en deterioro”, dice Barbara Hessel, nuestra responsable de programas en el noreste de Siria.
*Khadija, madre de cuatro hijos, compartió sus dificultades: “Como madre, mis hijos son la parte más importante de mi vida; a menudo me salto comidas para que ellos puedan comer. Aun así, seguimos luchando para brindarles la alimentación adecuada que necesitan. Me rompe el alma verlos pedir comida que no siempre puedo darles. Me siento desesperada”.
Si bien la mayoría de las familias dependen de los mercados locales para conseguir alimentos, su poder adquisitivo es insuficiente para cubrir incluso las necesidades dietéticas más básicas.
En Raqqa, nuestros equipos gestionan unidades de alimentación para pacientes hospitalizados y ambulatorios a fin de brindar atención a niños que sufren desnutrición.
Barreras para regresar
Además de estos desafíos, muchas de las personas desplazadas internamente entrevistadas en Al Hasakah dijeron no poder regresar a sus lugares de origen debido a la persistente inseguridad, la falta de refugio y la ausencia de apoyo humanitario para quienes retornan.
“Incluso si queremos regresar, no hay nada a lo que volver: no hay ayuda, ni refugio, ni apoyo. Sin ayuda, volver no solo es difícil: es imposible”, afirma *Al’aa, una mujer desplazada de Ras-Alain/Serekaniye.
Llamada a la acción
Instamos a los donantes, agencias humanitarias y autoridades a aumentar la financiación y la coordinación para evitar un mayor deterioro de los servicios esenciales. Todas las partes del conflicto deben proteger la infraestructura civil, incluidas las estaciones de agua, conforme al derecho internacional humanitario.
“La gente se ve obligada a tomar decisiones imposibles: entre comprar comida, medicinas o agua”, señala Hessel. “Sin inversión inmediata y voluntad política, miles seguirán enfrentándose a un sufrimiento evitable”.
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