Ucrania: estructuras médicas destruidas e impedimentos a la asistencia sanitaria en zonas ocupadas

MSF constatamos la destrucción masiva y generalizada de estructuras sanitarias en Ucrania y los graves impedimentos a la atención médica bajo la ocupación militar rusa. Instamos a todas las partes beligerantes a respetar el derecho internacional humanitario y su obligación de proteger a la población y las infraestructuras civiles.

MSF
23/03/2023

Tras la escalada de la guerra en febrero de 2022, nuestros equipos en Ucrania evaluaron las necesidades médicas y humanitarias de la población en 161 ciudades y pueblos de las regiones de Donetsk y Jersón para prestar asistencia médica a quienes vivían cerca de la línea del frente. A pesar de las peticiones para trabajar a ambos lados de la línea del frente, sólo podemos operar en zonas bajo control ucraniano y nuestras observaciones se limitan a dichas zonas.

“Nuestros equipos fueron testigos directos de casas, tiendas, parques infantiles, escuelas y hospitales reducidos a escombros. En algunas de las ciudades y pueblos donde trabajamos, la destrucción era absoluta. En 25 años de trabajo en zonas de guerra, quizá solo haya uno o dos casos en los que haya visto una devastación similar: lugares como Mosul o Grozni. A lo largo de los 1.000 km de línea de frente en Ucrania, algunas zonas simplemente han sido borradas del mapa”, afirma Christopher Stokes, nuestro coordinador de programas en Ucrania. ​ ​ ​

Por ello, instamos a todas las partes beligerantes a respetar el derecho internacional humanitario y su obligación de proteger a la población y las infraestructuras civiles, así como a garantizar el acceso sin trabas a medicamentos y suministros médicos vitales para las personas que lo necesiten.

Informe “Entre las líneas enemigas: la destrucción de la sanidad en Ucrania”

 

 

Los hospitales no son un lugar seguro

A mediados de 2022, nuestros compañeros y compañeras ya habían sido testigos de ataques contra estructuras sanitarias. En dos casos distintos, en Mikolaiv en abril y en Apostolove en junio, fueron testigos de daños compatibles con bombas de racimo en hospitales, que obligaron a suspender las actividades médicas durante varios días y dejaron a los pacientes sin acceso a la atención médica. En otros tres casos, los días 8, 11 y 15 de octubre de 2022, nuestros equipos también descubrieron la presencia de minas antipersona dentro de hospitales en funcionamiento, en zonas anteriormente bajo ocupación rusa en las regiones de Jersón, Donetsk y en Izyum.

“El uso de minas terrestres está muy extendido en las zonas del frente, pero verlas de verdad colocadas en estructuras médicas es espeluznante, un acto increíble de inhumanidad. Envía un mensaje claro a quienes acuden en busca de medicinas o tratamiento: los hospitales no son un lugar seguro”, afirma Vincenzo Porpiglia, coordinador de proyectos de MSF en la región de Donetsk.

Nuestros equipos también descubrieron que varias estructuras médicas situadas en antiguas zonas ocupadas por Rusia, tanto en la región de Jersón* como en la de Donetsk, habían sido saqueadas, y que vehículos médicos, incluidas ambulancias, habían sido destruidos. En el interior de dos de estas instalaciones vieron armas y explosivos.

 

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Sanidad bajo ocupación

Los relatos de trabajadores sanitarios y pacientes que vivieron bajo la ocupación rusa indican graves restricciones de acceso a medicamentos, tratamientos o estructuras médicas vitales. Estos relatos fueron corroborados por los registros médicos de MSF tras 11.000 consultas (de noviembre de 2022 a febrero de 2023). Con frecuencia, nuestros equipos médicos tuvieron que tratar a pacientes con enfermedades crónicas que permanecieron sin tratamiento durante varios meses.

 

“Cuando las tropas rusas entraron en nuestra ciudad, solo quedaban unos pocos médicos y personal sanitario en el hospital. No teníamos cirujanos. Todos los días traían al hospital heridos de metralla. Les ayudábamos. Poco a poco nos fuimos quedando sin suministros médicos. ​
​Tuve que ir a ver a los rusos y decirles que no teníamos nada con lo que tratar a la gente. Por ejemplo, no teníamos sondas uretrales, que son necesarias para las personas con lesiones graves que están siendo tratadas en cuidados intensivos y no pueden levantarse. Teníamos que empapar estas sondas en soluciones especiales y luego reutilizarlas. Ni siquiera teníamos bolsas de recogida de orina y en su lugar utilizábamos botellas. También había una necesidad acuciante de medicamentos para personas con diabetes e hipertensión. ​
​La mayoría de los que se quedaron eran ancianos y tenían enfermedades crónicas. (...) Una vez los rusos nos dijeron: ‘Escribid la lista de medicamentos, os lo daremos todo’. Les habré dado esas listas 10 veces. La lista constaba de 86 artículos y solo nos dieron 16: vendas, gasas, cubrecamas de plástico, cánulas, jeringuillas y algunos medicamentos como analgésicos y antiinflamatorios. Les pregunté: ‘¿Cómo debo tratar, por ejemplo, la hipertensión o la diabetes?’”. ​ ​

Médico en la región de Jersón.

 

Según los pacientes tratados por MSF, la gente no podía acceder a la asistencia sanitaria debido principalmente a las restricciones de movimiento, la destrucción masiva de estructuras sanitarias o al comportamiento impredecible de algunas unidades rusas. Los pacientes también informaron de que las estructuras médicas y las farmacias que se mantuvieron en pie fueron saqueadas y que el suministro de medicamentos no fue asegurado sistemáticamente por las fuerzas de ocupación. Las entrevistas realizadas coinciden con el diagnóstico médico de muchos pacientes de MSF que permanecieron sin tratamiento durante meses.

 

Hospital destruido en Lyman, región de Donetsk.

 

“Varias personas se acercaron a nuestras clínicas móviles porque tenían dolor. Solo necesitaban analgésicos, pero no habían tenido acceso a ellos en su pueblo durante la ocupación. Nos dijeron que no habían visto médicos ni paramédicos durante la ocupación. Algunas personas recibieron medicamentos como otra ayuda humanitaria, pero no sabían cómo utilizarlos. ​​Traté a un hombre que necesitaba un apósito para su herida, pero no tenía nada desde hacía meses. No tenía soluciones desinfectantes, ni antisépticos, ni material para apósitos. Se limitaba a lavar y reutilizar el apósito”. ​

Médico de MSF en una clínica móvil en la región de Donetsk.

 

“El ambulatorio de Borozenske sufrió graves daños durante la ocupación. Robaron todos los ordenadores y equipamiento. En mayo, mi marido se resbaló de una escalera y se lesionó gravemente el pie. Nos pusimos en contacto con el médico que trabajaba en el ambulatorio, pero no pudo ayudarnos: ya no tenía medicamentos ni equipos, así que nos recomendó que fuéramos al hospital de Berislav. Está a 50 km de Borozenske y tuvimos que cruzar 12 puestos de control rusos para llegar al hospital. Teníamos que volver a Borozenske antes del toque de queda impuesto. Pueden imaginarse por qué el acceso a la atención sanitaria no era una prioridad para la gente, a menos que fuera una cuestión de vida o muerte”.
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​Paciente mujer de 65 años MSF, aldea de Borozenske, región de Jersón.

 

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Recordamos a las partes beligerantes su obligación de proteger a la población y las infraestructuras civiles. Los hospitales y otros centros de salud nunca deben ser objetivo. Las partes beligerantes también deben permitir el suministro sin trabas de medicamentos y material médico vitales, y proporcionar a quienes lo necesitan un acceso seguro y sin obstáculos a la ayuda humanitaria independiente. ​ ​

* En las zonas de la región de Jersón retomadas por las fuerzas ucranianas, 89 estructuras médicas han sufrido daños que impiden su funcionamiento dejando a más de 163.000 personas sin atención médica según las autoridades regionales.