Una semana con el comando zulú en Zemio, RCA

Su juventud la pasaron en tiendas de campaña, bajo techos de bambú, lejos de la vida cómoda de Nueva York, Utretch, Toronto o Manchester. Se instalaron allí donde salvar una vida vale más, precisamente porque en el continente olvidado vale menos. En el kilómetro cero de África, en un corazón que late en medio de la selva de República Centroafricana de nombre Zemio.

MSF
21/11/2012


Por Raquel Villaécija y Alberto Rojas


Cada una viene de un país distinto y tienen diferentes edades, pero comparten su pasión por ayudar. Dice Florentina, jefa médico, que para el diagnóstico sólo dispones de las manos, no puedes hacer exámenes de sangre y “tienes que trabajar con los medios que hay”. Para la holandesa Yanike Schual, la jefa de finanzas, "se trata de ver cómo la gente que habita estas zonas, el personal médico y los vecinos, modifican por sí mismos la realidad en la que viven gracias a nuestro apoyo”.

En la base Zulú de MSF Holanda, las siete chicas han creado un cálido hogar, un lugar de convivencia en el que compartir confidencias, comidas, experiencias. De renuncias entiende mucho este comando. Las frustraciones y las soledades del expatriado las digieren en un llanto compartido. Pero tampoco hay lugar para las penas. Internet es su cordón umbilical con el mundo que dejaron. Ahora hay que trabajar por este pueblo acosado por los ataques del LRA, la milicia asesina de Joseph Kony, que deja 10.000 refugiados y desplazados internos en estas tierras.

A este firme escuadrón a veces le cuesta entender el hecho de que "podrían salvarse más vidas, pero que algunas se les escapan de entre las manos porque los medios para lograrlo se les prohíbe a los descastados de las zonas olvidadas. Pero no siempre se cumple la regla y "a veces salvas un caso que dabas por perdido", explica Florentina. Heridos de bala, niños desnutridos, malaria, nacimientos sin parar... El equipo médico no tiene tiempo de aburrirse.

Para dos periodistas que quieren documentar el drama de esta gente, el apoyo de MSF es vital, puesto que ni existen carreteras ni hay hoteles para pernoctar. Sólo queda 'empotrarse' en el equipo, volar en la avioneta de servicio humanitario y compartir cena con la simpatía de estas trabajadoras. No sólo es un lugar para cargar baterías de la cámara, enviar fotos por internet o poder ducharse. Es un hogar en medio de la jungla.

En el ámbito humanitario la paridad se aplica casi de manera matemática: el año pasado el 51% del personal que MSF España tenía en terreno era femenino. Dentro del equipo sanitario, el 53% eran mujeres mientras que en el caso de los logistas ellos eran mayoría (un 60%). La casualidad ha querido que el equipo de Zemio, el comando Zulú, sea totalmente femenino. Siete chicas en medio del desastre de la guerra. Su trabajo es impagable. Si la sociedad no se ha derrumbado del todo, es gracias al trabajo de MSF en esta pequeña aldea, que sería el paraíso si no fuera porque de momento se ha quedado a vivir el infierno.

 

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