En 2021, la crisis económica y la COVID-19 agravaron la crisis humanitaria en Siria, causada por once años de guerra: más personas que nunca necesitaron ayuda urgente.
- 1.144.500 consultas externas
- 130.200 vacunaciones de rutina
- 43.900 hospitalizaciones
- 18.100 partos asistidos, incluyendo 4.830 cesáreas
- 12.200 cirugías
- 3.450 consultas individuales de salud mental
- 60.300 familias recibieron artículos de primera necesidad

Médicos Sin Fronteras trabajó en varias zonas del norte de Siria, allí donde se pudo negociar el acceso y donde la seguridad era suficiente para trabajar. Nuestros equipos ofrecieron atención traumatológica, salud materno-infantil, salud mental y tratamiento de enfermedades crónicas, todo en hospitales, centros de salud, clínicas móviles y campos de personas desplazadas. En el norte de Siria, la asistencia vital siguió estando comprometida, ya que solo uno de los pasos fronterizos autorizados por Naciones Unidas permaneció abierto (en el noroeste), mientras que el paso de Semalka/Fish Jabur (en la frontera noreste con el Kurdistán iraquí) se cerraba de forma esporádica.
Noroeste de Siria
Aunque la intensidad de los enfrentamientos disminuyó tras firmarse el alto el fuego en marzo de 2020, cerca de 2,7 millones de personas permanecieron desplazadas en condiciones precarias. En 2021, las zonas civiles y su infraestructura, incluidos los centros médicos, fueron blanco de ataques. Miles de personas murieron, resultaron heridas o tuvieron que huir.
Para cubrir las necesidades médicas en las gobernaciones de Idlib y Alepo, donde la sanidad seguía siendo muy frágil, brindamos apoyo a ocho hospitales, y también a la única unidad de quemados de la zona. Dirigimos clínicas móviles y colaboramos en centros de salud para atender a personas desplazadas que vivían en los campos. Nuestros servicios incluyeron obstetricia, tratamiento de enfermedades infecciosas y crónicas y de afecciones de la piel relacionadas con las malas condiciones de vida (como la sarna y la leishmaniasis). También comenzamos a ofrecer apoyo en salud mental a personas muy traumatizadas por más de una década de guerra.
En los campos, nuestros equipos trabajaron para mejorar el suministro de agua y las instalaciones de saneamiento; por ejemplo, construyeron letrinas y proporcionaron sillas con inodoro para personas con discapacidad; además, distribuyeron kits de higiene y artículos de primera necesidad para hacer frente al frío invierno, como mantas y materiales de calefacción. También realizamos vigilancia comunitaria en los campos para facilitar la detección temprana de necesidades médicas y humanitarias.
Aunque en 2021 aumentó la cantidad de personas que necesitaban asistencia, la financiación internacional para programas humanitarios continuó disminuyendo, de forma que MSF recibía cada vez más solicitudes de ayuda de hospitales y centros de salud, que sufrían a menudo escasez de medicamentos esenciales y otros suministros. Para cubrir los vacíos más apremiantes, ampliamos nuestros servicios de salud sexual y reproductiva y las actividades de agua, saneamiento e higiene.
En 2021, las ya enormes necesidades en la región se vieron exacerbadas por la pandemia de COVID-19; el noroeste de Siria vivió la ola más grave hasta la fecha y volvimos a abrir nuestros centros de aislamiento en la gobernación de Idlib y en centros comunitarios en Afrin y Al Bab, en la gobernación de Alepo. También colaboramos con una unidad pediátrica de COVID-19, asumimos la atención domiciliaria para pacientes que no necesitaban hospitalización y distribuimos kits de prevención de COVID-19 en los campos (mascarillas, materiales de higiene e información sobre el virus). Los esfuerzos por contener la enfermedad se vieron entorpecidos por la baja tasa de vacunación: solo el 3% de toda la población estaba cubierto a finales de 2021. En respuesta, asignamos equipos de promoción de la salud para informar sobre la seguridad y eficacia de las vacunas.
Noreste de Siria
La población del noreste de Siria siguió sufriendo los efectos de once años de conflicto, desplazamiento, inseguridad, crisis económica e imposibilidad de acceder a los servicios básicos. Por ejemplo, la estación de agua de Aluk sufrió reiteradas interrupciones de servicio y hasta un millón de personas sufrieron la consiguiente escasez de suministro en la gobernación de Hasaka.
Tanto en Hasaka como en las gobernaciones de Alepo y Raqa, MSF respondió a necesidades persistentes y a otras emergentes. Durante todo el año, ayudamos a un importante centro de atención primaria en Raqa, en los servicios de urgencias, consulta ambulatoria y enfermedades no transmisibles. También colaboramos con las autoridades sanitarias para administrar vacunaciones de rutina a mujeres y niños en doce localidades de Kobane (Ain al Arab), así como en la gobernación de Alepo.
En Tal Abiad y Ras al Ain, nos asociamos con organizaciones locales para restablecer los servicios de vacunación de rutina y, concretamente, nos encargamos de una campaña contra el sarampión.
En junio, tras aumentar la desnutrición infantil, establecimos un centro de nutrición terapéutica en Raqa, que trabajó junto con nuestro centro de atención ambulatoria. En agosto, comenzamos a ofrecer atención básica y tratamiento de la tuberculosis a adolescentes de un centro de detención de la ciudad de Hasaka. Y en septiembre, comenzamos a trabajar en una clínica nueva, para ampliar el tratamiento de enfermedades no transmisibles en los barrios del sur de la ciudad.
El campo de Al Hol, en Hasaka, alberga a unas 57.000 personas, en su mayoría mujeres y niños; este asentamiento sigue siendo peligroso, como demuestran los reiterados incidentes violentos registrados durante todo el año 2021. Muchas personas murieron, incluido un trabajador de MSF (en enero), y la asistencia humanitaria quedó interrumpida en varias ocasiones.
MSF proporcionó atención básica, tratamiento de enfermedades no transmisibles, atención a personas con COVID-19, salud mental y servicios de agua y saneamiento. En septiembre, cerramos el centro de nutrición intensiva (había muy pocos pacientes) y reorientamos nuestra asistencia a la atención de enfermedades no transmisibles, en una clínica que inauguramos en octubre. A lo largo de 2021, entregamos, de media, 600.000 litros de agua al día en este campo, al tiempo que trabajábamos para garantizar instalaciones permanentes de saneamiento. A pesar de estos esfuerzos, el campo de Al Hol sigue teniendo importantes problemas de agua y saneamiento.
En 2021, también hubo varias olas de COVID-19 en el noreste de Siria. MSF ayudó con el laboratorio de Qamishli, el único con capacidad para realizar PCR en la región; suministramos los recursos materiales necesarios para que no hubiera brechas en la atención. En colaboración con organizaciones locales con las que ya trabajábamos, atendimos a personas con sospecha de COVID-19 o con diagnóstico confirmado en centros de tratamiento de Hasaka y Raqa; también donamos suministros médicos a centros de salud de toda la región para que pudieran responder a la pandemia.
Este artículo ofrece una visión general de nuestro trabajo en este país entre enero y diciembre de 2021; es un resumen que no puede considerarse exhaustivo. En 2021, contábamos con 548 profesionales* y gastamos 32,5 millones de euros en nuestras actividades médico-humanitarias. Trabajamos por primera vez en este país en 2009.
En 2021, MSF España era una de las secciones de MSF con actividades en el país. Si quieres conocer más en profundidad nuestro trabajo allí, consulta nuestro ‘Informe de Operaciones 2021’.
* La cifra de personal equivale al total de puestos a tiempo completo o FTE (del inglés full-time equivalent). Por ejemplo, dos personas a media jornada equivalen a un FTE.
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