A Peter le arrancaron la infancia de golpe. Tenía 12 años cuando fue reclutado a la fuerza y obligado a ser soldado en Sudán del Sur. A bordo del Geo Barents, tras ser rescatado de una lancha a punto de naufragar en el Mediterráneo central, encuentra al fin la seguridad y la calma. Es entonces cuando puede pararse a pensar en cómo ha conseguido sobrevivir.

Sonsoles Galindo
20/06/2023

Peter* quería seguir yendo al colegio, pero no le dejaron. Tenía 12 años cuando fue reclutado a la fuerza y obligado a ser soldado en Sudán del Sur. “Es mi historia secreta. No quiero hablar sobre eso”.

A bordo del Geo Barents, nuestro barco en el Mediterráneo central que le rescató, Peter se disculpa. Siempre dispuesto a charlar, a jugar y a participar en cualquier actividad que se organice a bordo, esa “historia secreta” es lo único de lo que no quiere hablar. Esos recuerdos le hacen bajar la mirada: “Te obligan, te enseñan a hacer… todo para ser soldado”. 

Peter lleva un brazalete amarillo que indica que aún es menor de edad y que viajaba sin una persona adulta cuando fue rescatado en medio de la noche por nuestro equipo de búsqueda y rescate.

  • La historia secreta de Peter

Huyendo desde los 12 años

Peter lo explica claramente: “La guerra en Sudán del Sur es la razón por la que estoy aquí”. Tuvo que huir de su pueblo y refugiarse en el POC de Bentiu, el campo de protección de civiles para quienes huyen de la violencia. Pero cuando volvió a su pueblo, fue reclutado a la fuerza y obligado a combatir. En cuanto vio una oportunidad, desertó y huyó a Sudán: “Corrí y corrí en medio de la noche”, recuerda 

En Sudán trabajó fabricando ladrillos y, cuando reunió el dinero necesario para pagar a los traficantes, cruzó el desierto hasta Libia. Es un viaje muy duro: “Algunos de los que viajaban conmigo murieron”. 

No recuerda el tiempo exacto que ha estado en Libia: “Quizás tres años”, calcula. De ellos, en total pasó casi un año retenido en prisiones libias, donde la tortura y la extorsión son sistemáticas, según ha documentado la ONU. A pesar de ello, la Unión Europea continúa apoyando y financiando a Libia, a cambio de que impida la entrada de personas en Europa, aunque sea a costa de los derechos humanos.

“En Libia todo es dinero, dinero, dinero”

En tres ocasiones intentó cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa. Pero, cada vez, Peter era interceptado por la Guardia Costera Libia, que le encerraba de nuevo en un centro de detención, en condiciones inhumanas, sin agua ni comida suficiente.

“Sin dinero, te golpean en la prisión. Sin dinero, te quedas en la cárcel. Si hay un descuido, intentas escapar. Si consigues escapar, corres. Sin remordimientos. Sin mirar atrás”. Peter recuerda el círculo de violencia, extorsión y trabajos forzados que ha vivido, aun siendo menor de edad.

“No había espacio ni para dormir en el suelo… la gente allí está sufriendo”. Suspira al recordar las condiciones en las prisiones de Libia, con personas de muchas nacionalidades, sobre todo africanas, de donde cuenta que solo hay dos maneras de salir: pagar o escapar. Peter no podía pedirle dinero a su familia: “En Sudán del Sur no hay dinero. Y si no tienes dinero, la única opción es escapar”. 

 

  • Peter espera con Muthaffar, enfermero de MSF, su momento para cruzar la pasarela durante el desembarco en Tarento, Italia, de los 76 supervivientes rescatados por el Geo Barents la noche del 20 de septiembre de 2022.

Pagar o escapar

La última vez que consiguió escapar -la tercera y definitiva-, justo antes de embarcarse en la lancha que rescató el Geo Barents, fue mientras trabajaba obligado y sin sueldo haciendo obras en la casa de un militar libio.

Vio un pequeño hueco y convenció a algunos de los trabajadores. “Les dije: ‘Por aquí podemos salir; vamos a cavar y a escapar”. Y eso hicieron: “Cavamos, cavamos y cavamos, y logramos escapar. Bueno, algunos logramos escapar, a otros les dispararon, pero no podía volver para ayudarles, tenía que correr con todas mis fuerzas sin mirar atrás”.

“Hubierais sido rescatadores de muertos”

Al tercer intento de cruzar el Mediterráneo para huir del infierno libio, en medio de la noche, el Geo Barents rescató la lancha hinchable en la que viajaba, junto a otras 75 personas, a punto de naufragar. “Si no llegáis a aparecer en el momento en el que llegasteis, hubierais sido rescatadores de muertos, créeme”, nos cuenta al equipo de MSF a bordo del Geo Barents.

En la cubierta donde se acomoda a los supervivientes, hay una organización espontánea por nacionalidades. La mayoría de las 76 personas rescatadas son de Egipto, pero también hay personas de Burkina Faso, Mali, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Sudán… Peter es de las pocas personas que se mueve entre los diferentes grupos. Y se presta a hacer de traductor para quienes lo necesiten, porque es de las pocas personas rescatadas que habla inglés.

  • Peter se ejercita junto a otros supervivientes en la cubierta de refugio del Geo Barents.

“Cuando sea mayor”

Peter asiste entusiasta a las clases de italiano que imparte Candida, la responsable de comunicación a bordo. Juega, charla, hace ejercicio y salta a la comba con un profesor de gimnasia de nacionalidad egipcia que iba en la misma lancha que él cuando fueron rescatados.

Peter se mueve por la cubierta casi siempre risueño, con un aire casi infantil. Solo muy de vez en cuando se le ve pensativo: “Desde que estoy aquí a bordo, me estoy acordando de lo que tuve que vivir en Libia. Fue duro. Fue duro”. No ha tenido tiempo de procesarlo: “Cuando sea mayor, quiero acordarme de cómo afronté todo esto del pasado…”.

Una nueva etapa, incierta

Después de varios días esperando la noticia, por fin se anuncia que el puerto seguro de desembarco será Tarento, en Italia. La gran mayoría lo celebra con abrazos y bailes, pero unos pocos permanecen discretamente en silencio.

Estos 10 días a bordo del Geo Barents, en los que han podido descansar y sentirse seguros, han sido un breve paréntesis en viajes como el de Peter, demasiado largos y demasiado duros. Solo ahora parecen darse cuenta de que el desembarco significa llegar al fin a Europa, pero también que continúa su viaje, con una nueva etapa de incertidumbre.

Testimonio recogido a bordo del Geo Barents en septiembre de 2022.

* Peter no es su nombre real