Casi un año después del conflicto, en la región de Sila, en el este de Chad, casi 92.000 personas siguen sobreviviendo en condiciones muy precarias: faltan alimentos, la desnutrición amenaza, y el agua y saneamiento escasean, dando lugar a una combinación letal. Ejemplo de muchos es la ayuda que reciben Alimè y Awa. Dista mucho de ser suficiente.
Desde el comienzo de la guerra en Sudán, 1,6 millones de personas han huido del país en busca de seguridad, de las cuales se calcula que 610.000 han cruzado a Chad. Casi un año después, en la región de Sila, en el este de Chad, casi 92.000 personas, en su mayoría retornados chadianos, siguen sobreviviendo en condiciones muy precarias, poniendo a prueba unos recursos desbordados que ya apenas cubrían las necesidades de la comunidad de acogida.
Solo en Daguessa y Goz Aschiye, unas 50.000 personas se han asentado de manera informal, y sus necesidades insatisfechas siguen en aumento debido a la limitada respuesta humanitaria general y a la falta de financiación, a pesar de nuestros esfuerzos y del de otras organizaciones.
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En otra zona cercana a la clínica móvil de MSF en el campo de Daguessa, se realiza el triaje a los niños que esperan y a sus madres. Aquí se mide el grado de desnutrición y se realizan pruebas de malaria. © MSF/Giuseppe La Rosa
Alimè es una refugiada sudanesa que huyó de la noche a la mañana con su hija y encontró refugio en Daguessa. "He visto muchas cosas que pasan allí en Sudán, como saqueos. Incluso quemaron algunas casas. Vi gente asesinada y herida delante de mis ojos. Incluso por el camino vi cómo le robaban a la gente todo lo que tenía", cuenta. Como la mayoría de los habitantes de Daguessa, la poca ayuda que recibe para vivir dista mucho de ser suficiente. Aunque tengan una conexión ancestral con el país, muchos chadianos que escaparon de Sudán ya no tienen lazos tangibles con él. Han llegado a Chad en busca de protección y asistencia como los demás refugiados.
"Estoy sola aquí. Mi marido se quedó en Sudán. He venido a la clínica de MSF porque mi hijo está enfermo", dice Awa, que también ha buscado seguridad en Chad. Diagnosticado con malaria grave y diarrea, su bebé ha sido derivado e ingresado en el centro de salud de Daguessa, donde otro de nuestros equipos estabiliza a los pacientes en estado crítico.
"En el campo, todos venimos de lugares diferentes, no hay ninguna relación entre nosotros que me permita pedir ayuda a nadie. No tengo tarjeta para recibir raciones de comida. Recogemos paja en el monte y la vendemos a la comunidad para tener algo que comer", cuenta Awa.
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Awa Ousman Abdelkarim, una refugiada sudanesa que vive en el campo de Daguessa con parte de su familia. © MSF/Giuseppe La Rosa
En el pueblo de Goz Aschiye, los residentes comparten sus escasos recursos con los recién llegados, pero los alimentos siguen escaseando. Las distribuciones en esta zona no son suficientes para cubrir las necesidades de todos los habitantes, la mayoría chadianos que han regresado al país desde el comienzo del conflicto en Sudán.
"Una mujer me dijo que sus hijos llevaban cuatro días sin comer nada. ¿Cómo hablar de salud y prevención a alguien que se está muriendo de hambre?", dice Goumsou Mahamat Abadida, promotor de salud en nuestro proyecto de emergencia en la región de Sila.
En 2023, 1.563 pacientes, todos menores de 5 años, ingresaron en nuestro programa de nutrición en Sila por desnutrición aguda (500 niños y niñas por desnutrición aguda grave y 1.063 por desnutrición aguda moderada). La desnutrición aguda debilita el sistema inmunitario y aumenta la vulnerabilidad de las personas a las enfermedades infecciosas, lo que pone de relieve la importancia de la atención sanitaria para prevenir enfermedades graves como consecuencia de ello", dice. Por ello, intentamos garantizar un mínimo de servicios sanitarios en el campo de Goz Aschiye, pero no es suficiente para paliar las enormes necesidades humanitarias que vemos en el campo", afirma Goumsou.
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Sesión de promoción de la salud en el campo de Daguessa. Aquí, el equipo de promotores de salud de MSF enseña buenas prácticas de uso de agua limpia para contener la desnutrición y combatir la incidencia de la malaria. © MSF/Giuseppe La Rosa
Desde mayo de 2023, gestionamos una clínica móvil tres días a la semana y dos tiendas de estabilización con capacidad para 10 camas en el centro de salud de Daguessa. Los pacientes con dolencias que requieren atención secundaria son derivados a centros médicos más especializados. También gestionamos clínicas móviles en Andressa y Goz Aschiye, donde realizamos una media de 200 y 300 consultas semanales, diagnosticando infecciones respiratorias, diarrea y malaria, así como muchos casos de desnutrición aguda grave en niños y niñas menores de 5 años.
Para mejorar las condiciones de higiene y el acceso al agua potable, también hemos construido varios pozos y hemos empezado a transportar agua en camiones cisterna. Sin embargo, el acceso al agua potable sigue sin alcanzar el nivel mínimo de 15 a 20 litros diarios; la mayoría de los habitantes de Daguessa solo tiene acceso a 6 litros. Esto, unido a las precarias condiciones de vida, no hace sino aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas.
"La respuesta humanitaria en esta remota zona sigue siendo insuficiente debido a la falta de fondos y de suficientes organizaciones sobre el terreno, lo que ralentiza la entrega de la ayuda necesaria a los desplazados", explica Khatab Muhy, nuestro coordinador general en Chad. "Incluso antes de la crisis sudanesa, el este de Chad ya se enfrentaba a una inseguridad alimentaria crónica. La afluencia de refugiados sudaneses y de chadianos que han regresado en el último año, así como las crecientes necesidades resultantes, están poniendo a prueba los limitadísimos recursos y la frágil infraestructura sanitaria del país".
MSF en Chad
Gestionamos una clínica móvil en Goz Aschiye y Daguessa (región de Sila), donde se han refugiado unas 50.000 personas tras huir de Sudán. Nuestros equipos realizan una media de 620 consultas a la semana (entre 200 y 300 consultas de media solo en Goz Aschiye y Daguessa, y unas 300 consultas durante los cuatro días de clínicas móviles) y tratan a personas con infecciones respiratorias, diarrea, malaria y muchos casos de desnutrición aguda severa entre los niños y niñas.
Nuestra clínica en Daguessa y clínicas móviles derivan a los pacientes que requieren atención especializada a los centros médicos adecuados. Uno de ellos es el centro de salud de Daguessa, donde disponemos de dos tiendas de estabilización con capacidad para 10 camas. Si los casos requieren traslado a hospitales especializados, cubrimos los costes de derivación, hospitalización, alimentación y transporte.
En 2023, nuestro proyecto de emergencia en la región de Sila trató a un total de 500 niños y niñas con desnutrición aguda grave y a 1.063 con desnutrición aguda moderada; vacunó a 1.299 niños y niñas contra el sarampión y derivó a 120 pacientes a hospitales de la región.
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