Los detenidos en Libia viven en condiciones indignas sin comida, agua ni higiene suficientes

Los refugiados, migrantes y solicitantes de asilo retenidos arbitraria e indefinidamente en el país mediterráneo no reciben un trato digno: sufren desnutrición grave, abusos e infecciones de todo tipo. Trabajamos allí para ofrecerles asistencia sanitaria y garantizar la mejora inmediata de sus condiciones.

MSF
21/12/2016

Libia sigue fragmentada por el conflicto, con incesantes combates en varias partes del país. La inseguridad, el colapso económico y la infracción de la ley y el orden hacen de la vida diaria de muchos libios una lucha constante. Además, el país es a la vez destino y lugar de paso para los cientos de miles de refugiados, solicitantes de asilo y migrantes que huyen del conflicto, la pobreza extrema o la persecución.

Una vez en Libia, muchos migrantes ya no pueden regresar a sus hogares. Los refugiados y los solicitantes de asilo no pueden recibir protección debido a la falta de un régimen de asilo, al papel limitado de ACNUR (Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados) y al hecho de que Libia no es parte de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados.

Estas personas por tanto quedan expuestas a un nivel alarmante de violencia y explotación a manos de las fuerzas de seguridad, las milicias, las redes de contrabando de personas, las bandas criminales e incluso a manos de particulares.

Nuestros equipos de rescate en el Mediterráneo han escuchado los relatos y han visto las cicatrices de más de 50.000 adultos y niños (muchos son menores no acompañados, algunos de apenas 8 años de edad) que han atravesado Libia y emprendido el peligroso viaje hacia Europa.

Los que son interceptados en el mar por los guardacostas libios o son detenidos dentro de Libia son enviados a centros de detención, a menudo habilitados en antiguas fábricas o almacenes. Allí, sufren detención arbitraria durante períodos prolongados de tiempo y en condiciones insalubres e inhumanas. No hay manera de que puedan impugnar la legalidad de su detención (prácticamente no tienen acceso al mundo exterior) o denunciar los malos tratos y la falta de acceso a la atención médica de que son víctima.

Atención médica en los centros de detención

Actualmente, gestionamos clínicas móviles en siete centros de detención en Trípoli y sus alrededores, administrados por la Dirección de Lucha contra la Migración Ilegal (DCIM, también conocida como Agencia Antiinmigración Ilegal o AIIA).

Desde el inicio de nuestras actividades en julio de 2016, hemos llevado a cabo unas 5.580 consultas médicas (cerca de 500 por semana). Además, dimos atención prenatal a 32 mujeres embarazadas detenidas y pasamos más de 40 consultas a niños menores de 5 años, varios de los cuales habían nacido en un centro de detención. El paciente más joven tenía solo 5 horas de vida.

En casos de emergencia médica en un centro de detención, con el acuerdo de la DCIM, intentamos organizar la derivación a un hospital. Hasta el momento, se han producido 113 casos de urgencia médica o complicación transferidos a un centro de salud para recibir tratamiento adicional, incluyendo siete personas con trastornos psiquiátricos graves. Las derivaciones son complicadas y requieren mucho tiempo, ya que muchos hospitales en Trípoli no quieren admitir a subsaharianos.

Condiciones inhumanas de detención

Nuestros médicos tratan infecciones de las vías respiratorias, diarrea acuosa aguda, enfermedades cutáneas e infecciones del tracto urinario. Estas dolencias están principalmente relacionadas con las condiciones de los centros de detención que no cumplen la normativa nacional, regional ni internacional. Estos centros están abarrotados y no disponen de luz natural ni ventilación, lo cual puede ser peligroso. En algunas instalaciones, el espacio por detenido es tan limitado (puede llegar a solo 0,4 metros cuadrados por persona) que no pueden tumbarse adecuadamente para descansar, lo cual da lugar a muchas quejas por dolores físicos.

La escasez de alimentos en los centros de detención hace que las personas sean más vulnerables a la enfermedad en general, y en especial a las formas agudas de enfermedad. Un gran número de detenidos han padecido una drástica pérdida de peso, están muy demacrados y sufren deficiencias nutricionales debido a las pequeñas y desequilibradas raciones (de unas 600-800 calorías al día de media) que reciben. La comida suele ser una ración de macarrones sin nada y a veces a compartir entre cinco o más detenidos, cuando no se sirve en cuencos comunes, lo que significa que los más débiles y enfermos no reciben nada.

Desnutrición y falta de agua potable

En consecuencia, cada vez somos testigos de más casos de desnutrición en adultos: en la primera mitad de noviembre de 2016, detectamos 41 casos de desnutrición moderada o grave. Esto supone cerca del 3% de todos los detenidos en los centros que visitamos. Nos preocupa especialmente el elevado número de adultos con desnutrición grave en un país, Libia, que no ha sufrido sequía ni ningún desastre natural.

Por si esto fuera poco, los detenidos no tienen suficiente agua potable, a veces menos de un litro por persona al día, y como resultado sufren deshidratación, estreñimiento y dolor de cabeza. La escasez de letrinas y duchas y de instalaciones de aseo da lugar a altas tasas de infecciones de la piel (como la sarna) e infestaciones de piojos y pulgas.

En los centros de detención que hemos visitado, hemos distribuido kits de higiene, bidones de agua, cubos y material de limpieza. En casos concretos, cuando el suministro de alimentos se agota y la situación se vuelve crítica, hemos tenido que llevar sacos de pan y cajas de queso procesado de los propios mercados locales para alimentar a los detenidos.

En este sentido, instamos a todas las autoridades pertinentes a proporcionar la calidad y la cantidad suficiente de suministros de alimentos.

Apoyo a la salud mental

Un equipo de primeros auxilios psicológicos apoya a detenidos que han sufrido incidentes traumáticos en el mar. El 27 de octubre, por ejemplo, prestamos apoyo a 29 supervivientes de un naufragio en el que se ahogaron al menos 100 personas. El equipo tiene el objetivo de mejorar el acceso a los servicios de salud mental y apoyo psicosocial no solo para las poblaciones migrantes, sino también para los libios de la zona de Trípoli.

Para nuestra organización, ha sido una decisión difícil trabajar en un entorno donde no se respetan las mínimas condiciones de dignidad humana y donde no hay perspectiva alguna de mejora inmediata ni idea de a qué se debe o durante cuánto tiempo se prolongará la detención.

Sin embargo, nuestra esperanza es que, al estar presentes y ofrecer atención médica, podamos garantizar una mejora inmediata de las condiciones de vida de los detenidos. Cada día, nuestros equipos abogan por un trato humano y hacen hincapié en la importancia de que los detenidos reciban comida y agua suficientes y dispongan de letrinas y lugares de aseo.

Por ello, urgimos a las autoridades libias a liberar a las mujeres embarazadas, mujeres con bebés y niños pequeños, a los menores de 18 años y a las personas con discapacidades o con problemas graves de salud.

Nos oponemos, una vez más, a la detención arbitraria indefinida de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo en Libia.