Norte de Nigeria: “Ya no sé cómo decirlo más claro. Esto es una emergencia”
El norte de Nigeria atraviesa una devastadora crisis nutricional. Katrin Kisswani, enfermera y presidenta de MSF Bélgica, acaba de regresar de Kebbi, un estado en el noroeste del país. Aquí comparte lo que el equipo presencia en la región, día tras día.

Por Katrin Kisswani, enfermera y presidenta de MSF Bélgica:
“Estaba casi inconsciente cuando llegamos”, dice Rukayya, acunando a su pequeña hija en su regazo. Hamida tiene casi 2 años, me cuenta. Cuando llegaron al hospital Sir Yahaya, en Kebbi, hace una semana, las llevaron directamente a urgencias. Tras una evaluación rápida, Hamida fue ingresada en el centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados de MSF. Su diagnóstico fue el mismo que el de todos los niños admitidos allí: desnutrición aguda grave.
En los últimos 20 años he trabajado en proyectos de MSF en todo el mundo, pero es la primera vez que veo un proyecto de MSF con una cantidad tan masiva de pacientes desnutridos. Nuestro equipo en Kebbi gestiona 2 instalaciones de hospitalización y 6 clínicas ambulatorias. Desde junio, más de 400 niños y niñas gravemente desnutridos han sido hospitalizados cada semana, mientras que más de 1.400 reciben atención ambulatoria semanalmente. El proyecto consume 100.000 sobres de alimento terapéutico cada semana. Hoy, más de 9.000 niños están inscritos en nuestro programa ambulatorio de nutrición. Estas cifras son abrumadoras… y siguen aumentando.
Las causas de esta crisis son complejas. La situación económica en Kebbi es precaria, y los precios de los alimentos se han disparado. La situación de seguridad en varias zonas sigue siendo volátil, lo que interrumpe la agricultura y limita el acceso a los mercados. La mayoría de la población en el estado de Kebbi no tiene acceso a agua potable, y la atención sanitaria básica —incluidas las vacunas infantiles— suele estar ausente o fuera del alcance económico. Los menores enfermos son mucho más vulnerables a la desnutrición, y aquí se enferman repetidamente de malaria, sarampión, diarrea y tuberculosis, con poco acceso a tratamiento.
Esto no es exclusivo de Kebbi. La misma situación se repite en gran parte del norte de Nigeria, en una crisis que se ha ido gestando durante años y que ahora ha alcanzado una escala enorme.
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A'i alimenta a su nieto Maniru con un sobre de alimento terapéutico durante una prueba de apetito en el Centro Ambulatorio de Alimentación Terapéutica del área de gobierno local de Jega, en el estado de Kebbi. © Abba Adamu Musa/MSF
En la sala de urgencias y en la unidad de cuidados intensivos del hospital, hubo algo que me impactó: los niños estaban casi en silencio. Incluso durante procedimientos dolorosos, como la colocación de una vía intravenosa, no tenían la energía para llorar.
Al hablar con algunas madres —a través de una traductora— la misma historia se repetía una y otra vez. Su hijo había enfermado. Habían intentado conseguir atención médica, pero no estaba disponible o no había sido eficaz.
Una mujer me contó que su hijo de 2 años, Yakuba, había enfermado con diarrea acuosa y fiebre. Desesperada, y sin poder obtener ayuda local, viajó más de 80 kilómetros para llegar al centro de MSF. Otra madre me dijo que su hija de un año, Kakamele, nació con labio y paladar hendido, lo que le dificultaba alimentarse. Cuando buscó ayuda en otro hospital, le dijeron que su hija estaba demasiado desnutrida para operarla. Cuando finalmente llegó a nuestro hospital, Kakamele estaba en estado tan crítico que tuvo que ser ingresada directamente en la unidad de cuidados intensivos.
Normalmente, los casos de desnutrición son estacionales: las cifras bajan tras la cosecha. Pero en Kebbi no ocurre lo mismo. Los números siguen subiendo y el equipo debe adaptarse constantemente. Nuestros colegas construyeron un centro adicional de hospitalización… pero ya está por encima de su capacidad. Incluso han tenido que dejar de tratar a niños y niñas con desnutrición aguda moderada porque demasiados otros están en estado crítico.
Cuando llegó el momento de dejar Kebbi, sentí emociones encontradas. Estaba inmensamente orgullosa de lo que habíamos logrado. El trabajo de MSF en Kebbi salva vidas. Pero no podemos resolver esta crisis en solitario.
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Binta Abdulraziqu está sentada junto a sus hijos gemelos Hassan y Hussaini, ambos ingresados por desnutrición aguda grave en el Centro de Alimentación Terapéutica para Pacientes Hospitalizados de Maiyama, en el estado de Kebbi. © Abba Adamu Musa/MSF
La crisis nutricional en el norte de Nigeria es una emergencia de salud pública. Los niños están muriendo, la crisis está fuera de control, y el panorama empeora aún más debido a los recortes en los presupuestos de ayuda internacional.
La prevención debe ser priorizada por las autoridades nigerianas y las organizaciones de ayuda, con financiación disponible para distribuciones de alimentos o efectivo, programas de vacunación y centros de salud comunitarios. Los problemas de suministro de alimentos terapéuticos también deben resolverse urgentemente: este tratamiento es esencial para la supervivencia y debe estar disponible para cada niño que lo necesite.
Los equipos de MSF están trabajando al límite —a menudo en zonas donde somos la única organización humanitaria internacional presente—. Con la tendencia actual, el ya insuficiente apoyo podría colapsar por completo, y pronto podríamos enfrentarnos a una situación aún más catastrófica para los niños en el norte de Nigeria.
Apoyar a estos niños es, literalmente, la diferencia entre la vida y la muerte. Hamida —la niña que llegó casi inconsciente al hospital— estaba casi lista para volver a casa cuando la conocí. Al acercarme, una extraña visitante, hizo lo que haría cualquier niño bien nutrido: me miró una vez y gritó con energía. Su madre me abrazó con alegría.
Pero la dolorosa verdad es que no todos los niños logran regresar a casa. En el hospital de MSF en Maiyama vi a otro paciente: un niño de 3 años, envuelto en una manta térmica, inconsciente y con dificultad para respirar. El equipo hacía todo lo posible, pero me dijeron que las tasas de mortalidad más altas ocurren durante las primeras 48 horas tras la llegada. Algunas familias simplemente no alcanzan a llegar a tiempo.
Este ciclo mortal de hambre y enfermedad se está intensificando en todo el norte de Nigeria. Nuestros equipos hacen todo lo que pueden, pero necesitamos que otros actúen ya. Cada demora cuesta vidas.
Ya no sé cómo decirlo más claro: esto es una emergencia.
Médicos Sin Fronteras en el norte de Nigeria
MSF gestionamos 11 centros de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados (ITFC, por sus siglas en inglés) y más de 30 centros ambulatorios de alimentación terapéutica (ATFC) en 7 estados del noreste y noroeste de Nigeria: Borno, Bauchi, Kano, Kebbi, Zamfara, Sokoto y Katsina.
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