Lanzamos una campaña de vacunación masiva para frenar un brote mortal de hepatitis E en Sudán del Sur. Desde abril de 2023, se han tratado 501 casos en nuestro hospital en Old Fangak, en el estado de Jonglei, y 21 personas -principalmente mujeres- han muerto. La campaña de vacunación es la primera realizada durante las fases agudas de un brote activo y en una zona tan remota y aislada de Sudán del Sur: busca evitar más pérdidas de vidas humanas.

MSF
27/02/2024
Vehículos y aviones de MSF

En respuesta a un brote mortal de hepatitis E en Sudán del Sur, hemos lanzado una campaña de vacunación en colaboración con el Ministerio de Salud para proteger a las mujeres y niñas en edad reproductiva, que son las que corren mayor riesgo de morir a causa de la enfermedad. La mortalidad puede llegar al 40% entre las mujeres embarazadas, y no existe cura, lo que significa que muchas de las que se encuentran en fases avanzadas de la enfermedad no sobreviven. 

Desde abril de 2023, se han tratado 501 casos de hepatitis E en nuestro hospital en Old Fangak, en el estado de Jonglei, y 21 personas -principalmente mujeres- han muerto. La campaña de vacunación -la primera que se realiza durante las fases agudas de un brote activo y en una zona tan remota y aislada de Sudán del Sur- pretende evitar más pérdidas de vidas humanas.

  • Nuestro personal carga cajas con vacunas contra la hepatitis E en un avión de MSF en el aeropuerto internacional de Juba.

“La hepatitis E es una enfermedad transmitida por el agua que puede ser mortal”, explica Mamman Mustapha, nuestro coordinador general en Sudán del Sur. “Unos 20 millones de personas se infectan cada año y, de ellas, tres millones experimentan síntomas que requieren tratamiento. Sin embargo, no todos pueden acceder al tratamiento a tiempo, especialmente en países con un número limitado de centros de salud como Sudán del Sur. En estos lugares, aunque la gente consiga llegar a un hospital, a menudo es demasiado tarde. La hepatitis E no tiene cura y, lamentablemente, 70.000 personas mueren cada año a causa de esta enfermedad. Por eso la vacuna es tan importante: puede salvar vidas”. 

La vacuna se desarrolló en 2012 y la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobó su uso en situaciones de emergencia en 2015. Sin embargo, solo se ha utilizado una vez. Fue en 2022, cuando llevamos a cabo una primicia mundial al utilizar la vacuna en una campaña de vacunación masiva en el campo de desplazados internos de Bentiu, también en Sudán del Sur. En aquel momento, el brote llevaba ya más de dos años. La vacuna se utilizó para proporcionar protección futura a más de 25.000 personas. La actual campaña en el condado de Fangak se basa en la experiencia de Bentiu, pero el contexto es muy diferente. 

“El condado de Fangak está situado en una zona extremadamente remota del norte de Sudán del Sur, en las marismas de Sudd, una vasta zona de humedales salpicada de pequeñas comunidades, donde la gente tiene un acceso excepcionalmente limitado incluso a la atención sanitaria más básica”, prosigue Mustapha. “Llevar las vacunas infantiles rutinarias a Old Fangak ya es un reto. Solo es posible llegar al hospital en barco, utilizando el río Nilo, o por aire. Pero la pista de aterrizaje de Old Fangak ha estado inundada durante los últimos cuatro años, así que primero tuvimos que llevar las vacunas por avión a un pueblo cercano, y luego transportarlas otros 35 kilómetros por el río hasta nuestro hospital. Las vacunas deben conservarse entre 2 y 8 grados centígrados, y aunque esto es relativamente fácil en nuestro hospital, luego también tenemos que garantizar que no se rompa la cadena de frío durante las ocho horas que se tarda en llegar a algunas de las comunidades a las que nos dirigimos con esta campaña”. 

  • La coordinadora de suministros de MSF, Viktoria Gryk, comprueba los documentos que acompañan a las cajas que contienen vacunas contra la hepatitis E en la cámara frigorífica de MSF en Juba. Las vacunas se están preparando para su transporte aéreo al condado de Fangak, en el estado de Jonglei.

La vida ya era dura en el condado de Old Fangak incluso antes de que la hepatitis E empezara a cobrarse vidas. En los últimos cuatro años, las recurrentes inundaciones han destruido las cosechas y ahogado el ganado. Los pueblos que antes eran accesibles a pie se han convertido en islas, y la gente ahora no tiene más remedio que utilizar canoas para ir de un sitio a otro. Los casos de malaria han aumentado porque las aguas no se han retirado y los charcos de agua estancada han creado el caldo de cultivo perfecto para los mosquitos. Al mismo tiempo, han aumentado los casos de desnutrición, ya que la gente ha tenido que cambiar su dieta, aprendiendo a pescar o recurriendo a comer nenúfares para sobrevivir. Ahora se enfrentan a una nueva amenaza, ya que la hepatitis E se propaga a través del agua que beben y de la que dependen para sobrevivir. 

Llegar a un centro de salud ya era difícil para la gente en este duro entorno; ahora, las inundaciones lo han hecho aún más difícil”, continúa Mustapha. “Para muchos, un viaje de ocho horas en canoa es la única forma de llegar a uno, y es probable que muchos no lo intenten debido al coste del transporte y a la larga distancia. Sabemos con certeza que 21 personas han muerto de hepatitis E durante este brote actual, pero solo porque pudieron llegar al hospital. Es muy probable que muchas más personas hayan fallecido en casa, sin haber podido siquiera intentar acceder al tratamiento. Para evitar que tengan que hacer este viaje, estamos intentando llegar hasta ellos. Algunas de las comunidades están tan alejadas que a veces hemos tenido que usar canoas para llegar hasta ellas. Solemos utilizar lanchas rápidas para llevar nuestras clínicas móviles a aldeas remotas, pero debido a la ubicación de las comunidades afectadas por el brote, hemos tenido que adaptar nuestras actividades habituales para llegar a las que están en situación de riesgo”.

Otro problema es la limitada disponibilidad de la vacuna y su elevado coste. La producción está autorizada a un solo fabricante en China y no se produce en grandes cantidades. También es voluminosa, en comparación con otras vacunas, y por tanto difícil de transportar y almacenar, especialmente en zonas de difícil acceso como Old Fangak. Estas dificultades suponen importantes barreras a la hora de responder a brotes de enfermedades en contextos de emergencia como Sudán del Sur. MSF pedimos que se eliminen estas barreras para poder proteger a un mayor número de personas, especialmente mujeres y niñas en edad fértil, que siguen siendo el grupo de población de mayor riesgo. 

  • Nyapuoka Puot Rial, de 27 años, acaba de recibir su primera dosis de la vacuna contra la hepatitis E

La vacuna de la hepatitis E

La vacuna requiere tres dosis a los 0, 1 y 6 meses. En junio de 2024, cuando finalice la campaña de vacunación, prevemos haber vacunado a 12.776 mujeres y niñas de entre 16 y 45 años. Además de la campaña de vacunación, estamos tratando casos y derivaciones en su hospital, realizando campañas de sensibilización comunitaria y vigilancia epidemiológica. MSF instamos a las organizaciones sanitarias y humanitarias internacionales y locales a tomar medidas para mejorar las condiciones de agua y saneamiento en Old Fangak mediante la sensibilización, la implementación de instalaciones adecuadas de alcantarillado y saneamiento, como inodoros y sistemas de eliminación de residuos, y la perforación de pozos para garantizar la disponibilidad de agua potable. Esto es vital para detener la propagación de la enfermedad y prevenir brotes en el futuro.