Contabilizamos 82 ataques a aldeas y 21 desplazamientos de población en una región atrapada entre grupos armados, fuerzas nacionales e internacionales y conflictos intercomunitarios.
Brindamos apoyo psicológico para nuestros compañeros en la frontera con Tigray, en Etiopía. Tratamos en una sola semana a más de 250 víctimas de los combates, muchas de ellas con heridas graves.
Fatima y Abbas son solo dos de las 200.000 personas que han sido desplazadas en el noroeste del estado de Nigeria desde 2011 por la violencia extrema, ahora convertida en grave conflicto. A día de hoy, la mayoría no recibe casi ninguna asistencia.
A pesar de la tregua, la lucha de la población continúa en el noroeste del país. Casi un millón de desplazados en cuatro meses, frio invernal y carencia de necesidades más básicas como refugio y agua.
Alertamos de que las terribles condiciones de vida en los campos hacinados aumentan el riesgo de propagación de un brote de coronavirus (Covid-19) y harían imposible su contención tras el primer caso confirmado en Lesbos.
Los migrantes y refugiados que llegan al país -entre los que hay muchos niños-, no deben ser criminalizados. Exigimos un compromiso al gobierno español ante la inhumana situación actual en la frontera turco-griega. Es una crisis de humanidad.
El día a día que viven miles de refugiados en los campos de las islas griegas es una guerra contra la dignidad y los derechos humanos, una resistencia contra quienes huyen en busca de seguridad. Mientras, Europa mira hacia otro lado.