Se estima que hay 71 millones de personas con infección crónica de hepatitis C en el mundo y que unas 400.000 personas mueren por esta causa cada año; la mayor parte de los fallecimientos se producen en los países de renta baja y media, donde apenas hay diagnóstico y tratamiento. Las regiones y países más afectados son Asia central y oriental, Egipto, China y Pakistán.
¿Qué es y cómo se transmite?
La hepatitis C, causada por el virus del mismo nombre (VHC), es una enfermedad del hígado trasmitida por la sangre, principalmente debido a prácticas no seguras de inyección, a la reutilización o esterilización inadecuada de instrumental médico y a la trasfusión de sangre y plasma no controlados.
El virus puede provocar infecciones agudas o crónicas de diversa gravedad: desde una enfermedad moderada que dure unas pocas semanas a una enfermedad grave de por vida. Las personas infectadas a menudo no muestran síntomas hasta pasados varios años, si bien quienes tienen una infección aguda pueden sufrir fiebre, fatiga, inapetencia creciente, náuseas y vómitos, dolor abdominal, dolor de articulaciones, afecciones urinarias e ictericia.
¿Cómo se trata?
En los últimos años, se ha desarrollado una nueva generación de medicamentos, los antivirales de acción directa (AAD); es un tratamiento por vía oral con pocos efectos secundarios que dura tres meses. Estos fármacos son muy eficaces (en sus diferentes combinaciones, curan al 95% de los pacientes) pero también pueden llegar a ser muy caros incluso para los países de renta alta y media.
En los países de renta alta, un tratamiento de tres meses empezó costando muy por encima de los 100.000 dólares (unos 85.000 euros), y por eso sigue fuera del alcanza de muchos enfermos, en especial en países de renta media. MSF ha utilizado versiones genéricas que, en la mayoría de sus proyectos, le han permitido reducir el coste de un tratamiento a unos 75 dólares (65 euros).
MSF y la hepatitis C
MSF empezó a tratar a personas con hepatitis C en 2013, en India. La acción integral es muy importante. En Ucrania, por ejemplo, colaboramos con el Ministerio de Salud en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Administramos antivirales de acción directa de gran eficacia: daclatasvir y sofosbuvir. También ofrecemos apoyo psicosocial y educación para la salud, con el fin de ayudar a mejorar la adherencia al tratamiento y combatir el estigma y la discriminación que sufren estos pacientes. Este nuevo modelo de atención que hemos ayudado a implantar en Ucrania ha logrado una tasa de curación del 97,4%.
En Camboya, donde la hepatitis C es endémica pero muy pocas personas son diagnosticadas o tratadas, introdujimos en primer lugar nuevos diagnósticos y tratamientos simplificados: estos procedimientos más rápidos permitieron reducir el lapso entre la detección y el inicio del tratamiento de 140 días a solo 9. Sumado a ello, el uso de los nuevos AAD disminuyó la cantidad de consultas que necesitaba cada paciente durante el tratamiento, de 16 a 5, y solo una de ellas necesitaba la presencia de un médico. Todo ello beneficia a la adherencia al tratamiento. Pero además también trabajamos en distritos rurales para buscar las estrategias más eficaces de detección en poblaciones que desconocen la enfermedad, como pueda ser la detección activa de casos realizando las pruebas en las propias aldeas.
En 2019, en colaboración con los Ministerios de Salud correspondientes, MSF trató a 10.000 personas con hepatitis C, entre otros países, en Ucrania, Bielorrusia, Uzbekistán, Irán, Pakistán, India, Camboya, Myanmar, Mozambique y Kenia.
"Buscamos el tratamiento por todas partes. Algunas personas me decían que podía conseguirlo en Singapur por 10.000 dólares o en Vietnam por 8.000 dólares. Habría tenido que vender mi casa. Decidí esperar y, si me moría, al menos mis hijos se quedarían con la casa. Ahora estoy muy agradecido a MSF por el tratamiento. Les da esperanzas a mis hijos y la posibilidad de que sigan viendo a su padre cuando sean mayores".
Din Savorn, policía, tuvo hepatitis C y pudo curarse (Phnom Penh, Camboya).