La leishmaniasis visceral o kala azar (que significa “fiebre negra” en hindi) es una enfermedad tropical parasitaria trasmitida a través de la picadura de un cierto tipo de mosca de la arena. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es altamente endémica en el subcontinente indio y en África oriental y se cuentan entre 50.000 y  90.000 nuevos casos cada año en todo el mundo, de los que solo entre el 25 y el 45% se notifican a la OMS; de los casos notificados en 2018, más del 95% se produjeron en 10 países: Brasil, China, Etiopía, India, Irak, Kenia, Nepal, Somalia, Sudán y Sudán del Sur. 

La enfermedad es más compleja de diagnosticar y tratar en África, donde los conflictos armados y los movimientos de población han favorecido la aparición de muchas epidemias en los últimos 25 años. 

¿Qué síntomas tiene?

Cuando una persona se infecta, su sistema inmunológico se debilita y es más vulnerable a otras infecciones. Los síntomas son fiebre durante más de dos semanas, aumento del tamaño del bazo, el hígado y los ganglios, anemia y pérdida de apetito y peso. Sin tratamiento, el kala azar casi siempre es mortal. Sin embargo, un diagnóstico y tratamiento tempranos pueden salvar a una persona enferma, incluso en entornos con recursos limitados.

¿Cómo se diagnostica?

Normalmente, el diagnóstico clínico a partir de los síntomas se acompaña de una prueba rápida de detección de anticuerpos. Si bien estas pruebas pueden usarse en Asia, no son suficientemente sensibles para su utilización en África, y allí se necesitan exámenes al microscopio de muestras del bazo, la médula espinal o los nódulos linfáticos. Estos procedimientos tan invasivos requieren recursos que no pueden conseguirse fácilmente en países pobres.

¿Cómo se trata?

Las opciones de tratamiento han evolucionado en los últimos años y son específicas según la región ya que su eficacia varía. En Asia, la anfotericina B liposomal (L-AmB) se ha convertido en el principal tratamiento, bien sola o como parte de una terapia combinada cuando hay coinfección con VIH. Es más segura y tiene un curso de tratamiento más corto que medicaciones anteriores y se administra en una hora, pero sigue siendo por vía intravenosa, lo que en muchas pequeñas clínicas con pocos recursos representa un problema. En África, el mejor tratamiento disponible es una combinación de antimoniales pentavalentes y paromomicina, que se administra mediante una serie de dolorosas inyecciones durante 17 días. En la actualidad, varias investigaciones buscan un tratamiento más corto, que se espera esté disponible en breve.

La coinfección por kala azar y VIH supone un reto enorme, pues ambas enfermedades influyen la una en la otra en un círculo vicioso, atacando y debilitando el sistema inmunológico. También contribuye a obstaculizar la atención el hecho de que muchas de las personas que sufren esta enfermedad viven en zonas muy remotas, lejos de la atención médica que necesitan, y por tanto muchas infecciones y muertes nunca llegan a conocerse.

MSF y el kala azar

Desde 1988, hemos tratado a más de 140.000 personas con kala azar, principalmente en Sudán, Sudán del Sur, Etiopía, Kenia, Somalia, Uganda, India y Bangladesh. En 2019, tratamos a 1.970 personas en países como India, Sudán, Sudán del Sur, Etiopía, Camerún o Burkina Faso.

Nuestra experiencia directa en la atención del kala azar durante tantos años ha contribuido a mejorar los métodos de diagnóstico y los protocolos nacionales e internacionales de tratamiento. Por ejemplo, en colaboración con otras entidades especializadas, hemos validado e introducido una prueba de diagnóstico rápido que, gracias a su sencillo uso, ha permitido descentralizar el diagnóstico (y a veces también el tratamiento) a áreas remotas.

Otro caso de éxito es India. El 50% de los casos mundiales de kala azar se dan en este país y, de estos, el 90% se concentran en Bihar. Desde 2012, en colaboración con la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi), manteníamos en Bihar un proyecto piloto de evaluación de la seguridad y eficacia de nuevas modalidades de tratamiento; en 2014, tras presentar sus conclusiones, el Gobierno indio adoptó la monodosis de L-AmB como tratamiento de primera línea. Esta decisión llegó en un momento crucial, justo cuando la Organización Mundial de la Salud y la farmacéutica Gilead se comprometían a proporcionar un suministro ilimitado de L-AmB hasta 2016 (ampliable a 2021).