Desde principios de año, miles de personas han huido de los combates y la inseguridad en las provincias congoleñas de Kivu Norte y Kivu Sur, buscando refugio en el vecino Burundi. Muchas se instalaron provisionalmente en escuelas, iglesias, cobertizos o estadios en la frontera con Kivu Sur, hasta que comenzaron su reubicación al sitio de Musenyi, un campamento oficial inaugurado en 2024 en el sureste del país.
Aunque el lugar fue diseñado para albergar a 10.000 personas, hoy ya viven allí unas 18.000. El hacinamiento ha hecho que las condiciones de vida se degraden rápidamente, generando graves riesgos para la salud de personas adultas y menores.
Esta galería muestra la vida diaria en el sitio de Musenyi, donde brindamos atención médica para contener brotes de enfermedades como el sarampión, la malaria y el cólera. Pero también muestra las consecuencias humanas de una crisis menos visible: la drástica reducción de los fondos destinados a la acción humanitaria a nivel mundial, que pone en jaque la respuesta de muchas organizaciones.
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Megáfono en mano, uno de nuestros movilizadores comunitarios recorre el campo de refugiados de Musenyi para animar a los padres a vacunar a sus hijos e hijas contra el sarampión. © Dorine Niyungeko/MSF
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Una madre escucha al mobilizador comunitario en Musenyi. © Dorine Niyungeko/MSF
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Un niño recibe la vacuna contra el sarampión en el centro de refugiados de Musenyi. La campaña se dirigió a 8.500 niños y niñas refugiados de entre 6 meses y 14 años. © Dorine Niyungeko/MSF
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Todos los días llegan al centro de Musenyi refugiados congoleños, en su mayoría mujeres, niños y niñas. El sitio tiene capacidad para 10.000 personas, pero a finales de abril acogía a más de 15.000. © Dorine Niyungeko/MSF
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Uno de nuestros compañeros vacunador prepara las inyecciones en uno de los cuatro puntos de vacunación contra el sarampión en el campo de refugiados de Musenyi. © Dorine Niyungeko/MSF
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