En cualquier parte del mundo, mujeres de todo tipo recurrirán a un aborto en algún momento de sus vidas. Los abortos inseguros -a los que se ven abocadas muchas mujeres con embarazos no deseados en países en desarrollo- son una de las principales causas de mortalidad materna en el mundo.

MSF
04/04/2024

Mozambique es uno de los países africanos con una ley más permisiva. En 2014, legalizó el aborto hasta las 12 semanas y más allá en casos de violación y otros supuestos.

Pero, aunque el aborto es legal y gratuito, la desinformación y el estigma aun provocan que muchas mujeres no reciban una atención segura.

En la ciudad de Beira, Médicos Sin Fronteras ofrece atención segura para el aborto a mujeres que a menudo se ven excluidas de los servicios de salud o que evitan buscar atención por temor al estigma o la discriminación, incluidas trabajadoras sexuales y adolescentes.

Michelle, 34 años, trabajadora sexual y madre

  • Atención de aborto seguro en Beira, Mozambique

“No quiero tener un hijo sin dignidad. Me quedé embarazada porque se rompió un condón. Mi hijo más pequeño tenía solo un año.

Fui al centro de salud y fui atendida por MSF. La prueba de VIH fue negativa. Luego me hice la prueba de embarazo, y fue positiva. Empecé a llorar.

Paula [una enfermera de MSF] me preguntó: '¿Qué quieres hacer?' Le dije que no quería tener este embarazo, fue un accidente. No podría hacerlo, sería demasiado caro. No conozco al padre. Lo mejor para mí era poner fin a este embarazo.

Me dieron una pastilla para tomar en la clínica. Y me dieron más pastillas para poner bajo la lengua en casa después de mi comida. Y eso fue lo que hice. Antes de irme, pedí un implante anticonceptivo para no quedar embarazada de nuevo.

En el centro de salud, cuando hablamos, recibimos ayuda. Con el curandero tradicional, no obtenemos ningún apoyo. En el centro de salud, no nos maltratan, no pagamos por nada. No permiten que la gente simplemente muera”.

Beatriz, 28 años, aprendiz de partera

  • Atención de aborto seguro en Beira, Mozambique

“[El año pasado], decidí que no podía hacerme cargo a un hijo y la escuela al mismo tiempo, así que vine aquí a la clínica de salud. Me informaron sobre los pasos para tener un aborto seguro.

Tuve apoyo de mi familia [y] de mi esposo. Al principio, él no estaba de acuerdo, pero después de discutir mi situación, que estaba estudiando, lo aceptó.

En mi experiencia, es un mito que no puedes quedarte embarazada nuevamente después de tener un aborto [seguro]. Porque me quedé embarazada nuevamente de forma normal. Nada cambió y nada cambiará. Ahora estoy embarazada de siete meses”.

Glória, 23 años

  • Atención de aborto seguro en Beira, Mozambique

“Tenía 20 años cuando tuve mi primer aborto. Lo hice mal, en casa y sin ningún apoyo.

Tenía miedo de enfrentarme a la enfermera. Siempre hay un rumor en el vecindario de que no puedes ir a un centro de salud porque pedirán un tutor; pedirán testigos; pedirán cosas que no puedes darles. La gente me decía que las enfermeras me cobrarían. Eso es un mito. Hay muchos mitos sobre el centro de salud y eso fue lo que me hizo temer ir.

Salió mal, fue aterrador y lo pasé sola. Luego, tuve miedo de perder la vida, así que fui a un centro de salud y me ayudaron. La segunda vez [que tuve un aborto], fui a un centro de salud y me sentí mejor. Me dijeron que, si había algún problema, podía volver, dijeron: ‘Te ayudaremos’. Fue bueno y seguro”. 

Olivia, 32 años, estudiante de medicina

  • Atención de aborto seguro en Beira, Mozambique

“Al principio [tenía miedo de] decepcionar a mi familia. Tenía un poco de temor de que no estuvieran dispuestos a pagar mi matrícula escolar. Eso era el principal problema. 

Terminé contándole a mi hermana mayor. No lo aprobó en ese momento. Luego terminó aceptándolo. La única condición que le pedí fue que no le dijera a nadie en casa, [especialmente] a mis padres. Le pedí que lo mantuviera en secreto para no crear conflictos en la familia”. 

Emily, 34 años, trabajadora sexual y madre, de Zimbabue

  • Atención de aborto seguro en Beira, Mozambique

“Tomé la decisión [de abortar] porque, en primer lugar, mi hijo aquí en Beira era aún joven, y en segundo lugar, me había separado de mi esposo y luego nos reconciliamos, así que este embarazo no estaba planeado.

Siempre vengo aquí; esta clínica nos ayuda con problemas relacionados con nuestro trabajo sexual. Me explicaron que si tenía algún problema podía volver. Pero todo estaba bien, no tuve ningún problema.

La gente comparte información, especialmente entre mujeres como yo que trabajan en el sexo. Somos libres, compartimos todos nuestros secretos. Nos conocemos como amigas, y nadie se ríe de la otra porque experimentamos tantas cosas diferentes en nuestro trabajo”.

Cintia Feliciano, enfermera y jefa de los servicios de maternidad y atención segura para el aborto de MSF en el Centro de Salud Munhava en Beira

  • Atención de aborto seguro en Beira, Mozambique

“Trabajo en la atención segura para el aborto desde 2020. No tengo problema en brindar este servicio. Al principio no estaba de acuerdo debido a la religión, la comunidad y los mitos en general. Pero luego aprendí que muchas personas morían debido a abortos inseguros. 

Algunos mitos sobre el aborto que he escuchado en la comunidad son: si tienes un aborto, no podrás tener más hijos; tener un aborto es un pecado; si tienes un aborto, no puedes cocinar para tu familia o matarás a los miembros de tu familia.

Mis amigos y familiares todavía piensan que el aborto es un pecado. Incluso para mí, dicen que no iré al cielo. Otros me preguntan: ‘¿Sigues recibiendo la comunión en la iglesia?’

De vez en cuando, el estigma me afecta. De vez en cuando me siento mal, pero luego pienso en la paciente, ¡y eso es todo!”.