Cuando el ciclón Chido golpeó la provincia norteña de Cabo Delgado, en Mozambique, el 15 de diciembre de 2024, los fuertes vientos y las inundaciones causaron una destrucción generalizada, lo que nos llevó a lanzar una respuesta de emergencia. Tres meses después, analizamos el impacto del ciclón en la vida de las personas y en los servicios de salud de la región, ya debilitados tras siete años de conflicto.
Muertes y destrucción
El ciclón Chido trajo condiciones climáticas severas al norte de Mozambique, causando la muerte de al menos 120 personas y dejando heridas a 898. Según las autoridades locales, casi 700.000 personas se vieron afectadas por el ciclón, la mayoría en la provincia de Cabo Delgado y el resto en las provincias vecinas de Nampula y Niassa. Según datos oficiales, en el distrito de Mecufi, en Cabo Delgado, el 99% de las viviendas fueron destruidas. Los distritos de Metuge y Chiure también registraron niveles críticos de daños. Nuestros equipos, que ya respondían al conflicto en curso en Cabo Delgado, lanzaron una respuesta de emergencia a finales de diciembre.
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Jasse Albano, oficial clínico de MSF, realiza una prueba de malaria en la tienda pediátrica del centro de salud de Nanlia. La estación de lluvias marca el pico de casos de malaria en la región, y los niños son los más afectados. © Marília Gurgel/MSF
Trauma psicológico
Aunque los eventos climáticos extremos como los ciclones son cada vez más frecuentes e intensos en Mozambique, la mayoría de las personas en Cabo Delgado nunca habían vivido algo similar. El ciclón Kenneth atravesó la provincia en 2019, pero su impacto fue mucho menos severo en comparación con la devastación sufrida en la provincia de Sofala. Miles de personas quedaron traumatizadas por la pérdida de familiares, hogares y medios de vida.
Un componente clave de nuestra respuesta fue ayudar a las personas a acceder a atención psicológica de emergencia. Nuestros equipos formaron al personal del Ministerio de Salud y a los trabajadores comunitarios en primeros auxilios psicológicos y asesoramiento. También realizaron 320 sesiones individuales de asesoramiento y brindaron apoyo psicológico a 4.962 personas en grupos en varias localidades de los distritos de Mecufi y Metuge.
"Tras el ciclón, fuimos testigos de un escenario devastador donde miles de personas luchaban por dormir, mucho menos por reconstruir sus vidas", dice Ana Mafalda, nuestra responsable de actividades de enfermería. "El trauma era generalizado. La mayoría nunca había recibido una consulta psicológica y no sabían que muchos de sus sentimientos tenían un origen psicológico. Debido a la magnitud de las necesidades, nuestros equipos redoblaron esfuerzos para brindar asesoramiento psicológico a gran escala, adaptado a la realidad y condiciones de estas personas".
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Cesaltina Alfredo, promotora de salud de MSF, explica los riesgos de las enfermedades transmitidas por el agua y la malaria a un grupo en la sala de espera del centro de salud. © Marília Gurgel/MSF
Sistema de salud frágil
Incluso antes del ciclón Chido, muchas personas en la provincia de Cabo Delgado no sabían de dónde vendría su próxima comida. Esta situación de inseguridad alimentaria se agravó con el ciclón, que destruyó miles de hectáreas de campos agrícolas y las reservas de alimentos en los hogares. El clima extremo también dañó el sistema de agua y saneamiento de la provincia, destruyó dos instalaciones de salud y dañó parcialmente otras ocho.
Nuestros equipos se centraron en mantener los servicios médicos esenciales en funcionamiento en dos de los principales centros de salud de la provincia, en los distritos de Mecufi y Metuge, donde se encuentra el centro de salud de Nanlia. Entre el 24 de diciembre y el 7 de febrero, realizaron 6.847 consultas médicas generales y asistieron en el parto de 73 bebés. La mayoría de las consultas fueron por malaria y enfermedades diarreicas, relacionadas con las inundaciones y la falta de agua potable.
En los últimos tres meses, nuestro personal ingenieros de agua y saneamiento proporcionó 85.000 litros de agua potable. También repararon cinco bloques de letrinas e instalaron tres baños de emergencia y 15 plataformas para el lavado de manos en ambos centros de salud. Nuestro equipo distribuyó 200 mosquiteros a mujeres embarazadas para protegerlas de la malaria, transmitida por mosquitos que se reproducen en aguas estancadas. En los centros de salud de Mecufi y Nanlia, nuestro equipo de logística reparó los techos de la sala de maternidad, la sala de consultas y el área de vacunación, garantizando el acceso continuo a la atención sanitaria para la comunidad. También donaron medicamentos y suministros médicos a ambos centros rehabilitados.
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En urgencias pediátricas, el equipo de MSF realizó revisiones completas a los niños, ayudando a identificar casos de malaria y desnutrición en la región. © Marília Gurgel/MSF
Respuesta humanitaria insuficiente
Tras siete años de conflicto en la provincia de Cabo Delgado, miles de personas han sido desplazadas de sus hogares y viven en refugios improvisados hechos de ramas y paja. Los refugios en 10 campamentos para personas desplazadas fueron completamente destruidos por los fuertes vientos, dejando a un gran número de personas ya vulnerables sin hogar y desamparadas. Muchas siguen enfrentando una grave escasez de alimentos y agua potable, mientras que las agencias humanitarias luchan por satisfacer sus necesidades.
"Las personas en la provincia de Cabo Delgado están comenzando la ardua tarea de reconstruir sus vidas, pero está claro que el impacto físico y mental del ciclón persistirá durante algún tiempo", dice Ana Mafalda. "Aunque la fase de emergencia ha terminado, es esencial seguir canalizando la ayuda humanitaria a las víctimas del ciclón, permitiéndoles reconstruir sus vidas de una manera más resistente y digna".
El 10 de marzo, Mozambique fue golpeado por el ciclón Jude, que afectó principalmente a la provincia de Nampula. Nuestros equipos están evaluando actualmente la situación para determinar la necesidad de una nueva intervención de emergencia.
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