Bangladesh: “Tenemos que movilizarnos y devolver la dignidad de una población que hoy tiene enormes necesidades”

Nuestra presidenta internacional, Joanne Liu, denuncia en la Conferencia Internacional de Donantes que la crisis de los 600.000 refugiados rohingyas “es una bomba de relojería que está a punto de estallar”. “Es el deber de los donantes ayudar a evitar un desastre de salud pública”, subraya.

MSF
24/10/2017

"Casi 600.000 refugiados rohingyas han huido a Bangladesh en los últimos dos meses buscando seguridad. Y no parece que las cifras vayan a disminuir: 40.000 personas cruzaron la frontera desde Myanmar solo en las últimas dos semanas; señal de que la violencia aún continúa en el estado de Rakhine”, explicó el 23 de octubre nuestra presidenta internacional, Joanne Liu, en el marco de la Conferencia Internacional de Donantes para la Crisis de los Refugiados Rohingyas organizada por OCHA, IOM y ACNUR y co-organizada por la Unión Europea y Kuwait.

“Es difícil comprender la magnitud de una crisis hasta que uno la ve con sus propios ojos. Los asentamientos de refugiados son increíblemente precarios: refugios improvisados ​​hechos de barro y láminas de plástico, fijados con bambú y esparcidos a lo largo de todas aquellas pequeñas colinas.

Si uno se detiene en la entrada principal del asentamiento de Kutupalong, que ya era hogar de varios miles de rohingyas antes de este reciente éxodo, las cosas parecen incluso un poco organizadas. Pero todo es muy distinto cuando exploras las zonas más alejadas de ese asentamiento, cuando te adentras en los bosques y en las áreas que no tienen carreteras. Casi no hay servicios disponibles y la situación de vulnerabilidad en la que viven todo el mundo allí es impactante.

Familias enteras comparten espacios muy pequeños bajo lonas de plástico instaladas en terrenos fangosos y propensos a las inundaciones. Tienen muy pocas pertenencias, están expuestos a sufrir ataques de elefantes y no tienen acceso al agua potable, letrinas, alimentos o atención médica.

Aún llevan aún poco tiempo allí, pero se encuentran bajo mínimos. La gente vive al día, tratando de cubrir sus necesidades básicas. Actualmente, la respuesta humanitaria está bastante dispersa: se reparten láminas de plástico en un solo lugar, mientras que en otros lugares se distribuyen bolsas de arroz o agua.

Un paso al frente común

En Kutupalong, donde gestionamos un centro médico desde 2009, hemos aumentado nuestra capacidad para hospitalizar pacientes de 50 a 70 camas y ahora atendemos entre 800 y 1.000 pacientes al día. Nuestros equipos están tratando situaciones que normalmente no son habituales, como adultos que colapsan o que mueren por deshidratación, a pesar de tratarse de casos simples de diarrea. Llegan muy débiles y están viviendo en muy malas condiciones; por eso les ocurren este tipo de cosas.

También hemos abierto nuevos proyectos de atención médica y de agua y saneamiento en otras partes de Cox's Bazar, donde tratamos de responder lo mejor que podemos al crecimiento exponencial de las necesidades médicas. Pero es necesario que otras organizaciones den un paso al frente. En lo que respecta a la salud pública, todo aquello es una bomba de relojería que está a punto de estallar.

No debemos olvidar que el origen del actual desplazamiento de los rohingyas es la crisis que se está viviendo en Myanmar. La gente no huye de sus hogares sin razón. Se van porque sus vidas están en peligro y no tienen otra opción. Cientos de miles de ellos siguen atrapados en Myanmar, viviendo aún ese terror, y ahora se encuentran al margen de la ayuda humanitaria. No hay organizaciones internacionales que tengan acceso a quienes están aún allí dentro.

Bangladesh ha dado la bienvenida a más de medio millón de personas en dos meses, lo cual es un extraordinario acto de generosidad. Pero esta respuesta viene acompañada de grandes desafíos. Ningún país en el mundo puede satisfacer necesidades tan grandes por sí solo.

Por eso, instamos al Gobierno de Bangladesh a que mantenga sus fronteras abiertas, pero también a la comunidad internacional para que apoye este valiente gesto. Es el deber de los donantes ayudar a evitar el desastre de salud pública que podría llegar a ocurrir. Y solo podemos hacerlo si nos aseguramos de que se cubran las necesidades vitales más básicas de una población que ha sufrido violencia, violaciones y tortura. Necesitamos que más organizaciones en el terreno construyan letrinas, instalen bombas de agua, proporcionen atención médica y distribuyan alimentos. Y para que esto ocurra, el Gobierno de Bangladesh tiene que facilitar la presencia y el trabajo de las organizaciones de ayuda y permitir que se desplieguen otras organizaciones humanitarias que aún no están sobre el terreno.

Esta Conferencia Internacional de Donantes debe ser una llamada de atención. Hay que aprovechar este marco para movilizarnos y evitar una segunda catástrofe, y devolver así la dignidad de una población que a día de hoy tiene enormes necesidades”.

MSF en Cox’s Bazar

Trabajamos en Bangladesh desde 1985, pero la crisis de los refugiados rohingyas ha hecho que en los últimos dos meses hayamos ampliado masivamente nuestra capacidad de respuesta en Cox’s Bazaar. Desde el inicio de la crisis, hemos prestado atención médica a más de 30.000 personas, cinco veces el número de personas que buscaron tratamiento en nuestras instalaciones durante el mismo período el año pasado. En julio, atendimos a cerca de 200 pacientes diarios; ahora tratamos a más de 2.000 pacientes todos los días en nuestros diversos proyectos.

Además, hemos ampliado los servicios en nuestra mayor instalación médica en la región, situada en Kutupalong.  De las 50 camas con las que contaba el hospital hemos pasado a 70, con nuevas salas y áreas de aislamiento para enfermedades infecciosas.

También hemos empezado a construir puestos de salud temporales adicionales en Balukhali y Mainnerghona y clínicas móviles para satisfacer las necesidades de los recién llegados.

Además de la respuesta médica, y en un intento por reducir la propagación de enfermedades, trabajamos para mejorar el agua y el saneamiento de los asentamientos improvisados. Hemos construido 200 letrinas, 25 pozos y un sistema de suministro de agua por gravedad. Además, diariamente transportamos en camiones cisterna agua a los asentamientos. En las áreas más afectadas, hemos organizado la construcción de letrinas y puntos de agua, en coordinación con el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de Bangladesh y otras entidades.

Hasta finales de diciembre, planeamos instalar otros 100 pozos profundos, 300 pozos poco profundos y 1.000 letrinas en los asentamientos improvisados ​​de Balukhali y Kutupalong.