Cerca de 80 millones de personas viven hoy desplazadas a la fuerza. Expulsadas de sus hogares por la violencia extrema y la guerra, muchas cruzaron fronteras en busca de protección.
Más de 60.000 personas fueron obligadas, entre 2019 y 2020, a esperar una respuesta de asilo en la frontera entre México y EE. UU. Para la mayoría, nunca llegó.
Provienen de países diferentes, pero sus historias son de violencia, tormento y huida. También de resistencia y superación. Ambos coincidieron en nuestro Centro de Atención Integral (CAI) en Ciudad de México.
Nuestra compañera Laura Gómez explica cómo nuestro equipo móvil en el país asesora en prevención y control del coronavirus y lucha contra las falsas creencias, mitos y desinformación sobre la pandemia, claras barreras a la hora de frenarla.
Concluimos nuestras actividades en los centros COVID-19 de Reynosa y Matamoros, tras atender a 194 pacientes y emplear a casi 300 profesionales: el resultado es muy positivo. Ambas ciudades cuentan ya con cada vez menos casos.
Karina aún no sabe si le darán el asilo, si tendrá que quedarse en México o si será devuelta a Honduras. Esta última opción le aterra tanto que sufre ataques de pánico.
Aunque el número de casos disminuye seis meses después del inicio de la pandemia, seguimos centrados en la salud de migrantes, solicitantes de asilo y víctimas de violencia.