El virus chikunguña (o chikungunya) fue identificado por primera vez en Tanzania a mediados del siglo XX. En lengua kimakonde, chikunguña significa “doblarse”, una descripción muy fiel de las personas que padecen esta enfermedad, que suelen caminar encorvadas debido a los fuertes dolores de articulaciones que este virus provoca.

¿Cómo se transmite?

 

Los transmisores del virus son los mosquitos del género Aedes, en especial Aedes aegypti y Aedes albopictus, dos especies que también pueden transmitir otros virus, como los del dengue, la fiebre amarilla y el Zika. Originariamente, estos mosquitos solo estaban presentes en África y Asia, pero de forma muy reciente el A. albopictus (o mosquito tigre) ha llegado hasta América y Europa. La enfermedad se está propagando con rapidez y ya se han detectado casos en más de 60 países de todo el mundo.

¿Qué síntomas tiene?

 

Entre tres y siete días después de la picadura, el chikunguña provoca fiebre alta, dolor de cabeza, de articulaciones y muscular, fatiga, e incluso nauseas y sarpullidos. La enfermedad rara vez causa la muerte, y la mayoría de las personas se recuperan al cabo de unos días o semanas. Pero algunas sufrirán fuertes inflamaciones y dolor de articulaciones durante años. Las complicaciones son más frecuentes en menores de 1 año, mayores de 45 años y enfermos crónicos, como diabéticos e hipertensos.

¿Cómo se diagnostica y se trata?

 

Al compartir algunos síntomas con el dengue y el Zika, puede producirse un diagnóstico clínico erróneo en las zonas donde estas otras enfermedades son comunes. El diagnóstico más fiable es mediante pruebas que detectan el material genético del virus.

No existen tratamiento ni vacuna específicos para el chikunguña, por lo que el tratamiento se dirige a aliviar los síntomas, por ejemplo con antiinflamatorios para controlar el dolor. Y las acciones para controlar la enfermedad deben dirigirse a eliminar los focos de reproducción del mosquito.

MSF y el chikunguña

 

En 2015, dimos apoyo al principal hospital de Honduras –mediante formaciones– para responder a un brote de chikunguña. Ese mismo año, respaldamos al Ministerio colombiano de Salud en las tareas de control vectorial (fumigación de viviendas), sensibilización y promoción de la salud, formación del personal sanitario en las urgencias de varios hospitales y en el colectivo farmacéutico, recogida de datos epidemiológicos y mediante la donación de pruebas de diagnóstico. Y en caso de brotes epidémicos, intervenimos de inmediato, como fue el caso en 2017 en Mombasa (Kenia), en 2018 en Kassala (Sudán) y en 2019 en Etiopía.

“Desde el mes pasado ando por la casa arrastrando los pies como si fueran de hierro y despertándome cada día con un dolor nuevo y muy duro. En todo este tiempo no ha pasado un día en que, si no tengo fiebre, me duele la cabeza o amanezco con hinchazón en las manos y tobillos. También sufro dolor en hombros, rodillas y cuello, y de una picazón en todo el cuerpo. Pero lo que más pánico me da son las descamaciones que tengo en la planta de los pies y en mis codos, como si fuera pescado”.

Testimonio de una mujer mayor, recogido en su casa en Tumaco, Colombia (2015).