“En Somalia la atención sanitaria ha sido víctima de la guerra civil”

El Dr. Gedi Mohamed es el director del hospital general en el campo de refugiados de Dagahaley, cerca de Dadaab, Kenia. Es el primer médico somalí keniano que trabaja allí desde que MSF asumió la atención sanitaria. El hospital está bajo presión: miles de los nuevos refugiados que llegan desde Somalia precisan atención médica.

MSF
14/06/2011

El hospital funciona al 100% de su capacidad, con tiendas montadas en el recinto hospitalario para acomodar a niños enfermos y desnutridos. El Dr. Gedi describe lo que le llevó hasta los campos de refugiados de Dadaab, en Kenia, y cómo MSF está afrontando la crisis actual.

“Nací a 130 kilómetros al norte de Dadaab, en la ciudad de Wajir. Mi familia es de origen somalí keniano. Mi primo, que era farmacéutico en Nairobi, me animó a estudiar Medicina y mi hermano me pagó los estudios. Pude ir a Uganda, a Makerere, una de las universidades más antiguas de África, donde estudié Medicina y Cirugía. Cuando vine a trabajar para MSF  a principios de 2010, yo era el primer médico somalí en el hospital. De hecho, era el único médico en todo el hospital –ahora somos ocho–. Durante el primer año me sentí abrumado por la cantidad de trabajo. Por aquel entonces, MSF empezaba su programa quirúrgico y como mi especialidad es la cirugía, decidí quedarme más tiempo. Soy el director del hospital de Dagahaley desde septiembre”.

“Trabajar en Dadaab supone un reto increíble. El entorno es muy duro y trabajamos mucho, con sólo dos días de descanso al mes. Pero el resultado de nuestro trabajo es visible y cada día ayudas a alguien. Cuando voy al mercado, la gente se acerca para darme las gracias y decirme "Yo fui paciente suyo". Eso es una satisfacción. No creo que pueda conseguir más profesionalmente de lo que obtengo aquí, tanto en ayuda a pacientes como por la relación especial que tengo con ellos”.

Cultura compartida

“Un 99% de la población del campo procede de Somalia. Como hablo somalí, los pacientes me hablan directamente. Con un traductor, pierdes detalles y giros que pueden ser importantes. Pero es mucho más que tener una lengua en común: entiendo la cultura, la religión, el entorno en el que están. Puedo relacionarme directamente con ellos. Si tenemos problemas para prestar asistencia, por ejemplo si un paciente se niega a recibir tratamiento, yo puedo explicarlo desde una perspectiva religiosa. La cultura que compartimos me ayuda en el trabajo y a los pacientes también.

Los retos a los que se enfrenta el hospital son distintos para las dos poblaciones, los refugiados que llevan tiempo aquí y los recién llegados. Tienen diferentes experiencias y expectativas y necesitan recibir diferentes mensajes relativos a la salud. En Somalia, la atención sanitaria también ha sido víctima de la guerra civil. Los recién llegados no tienen experiencia de asistencia médica convencional, por lo que tenemos que explicar lo que hacemos. Tenemos que convencer a la gente de que algunas afecciones críticas son tratables y de que si nos dan tiempo, el paciente no tiene por qué morir. Tienen una percepción muy distinta de la salud de la que tiene alguien que ha vivido aquí durante 20 años.

Pero nuestro reto actual tiene que ver más con las cifras que con la percepción, porque los miles de nuevos refugiados que llegan cada mes requieren atención médica. Hasta hace poco, la ocupación de camas en el hospital giraba en torno al 80%, pero ahora estamos en el 110%. Esto tiene un impacto sobre la calidad de la atención: el personal que antes se ocupaba de 20 pacientes en cada ronda ahora ha visto este número multiplicarse por dos.

El mes pasado tuvimos  361 partos en la maternidad, el doble que el año pasado; el número de niños enfermos y desnutridos se está disparando: podemos llegar a tener entre 40 y 50 niños con desnutrición severa y complicaciones médicas, y eso sólo en el hospital. Hay muchos más recibiendo atención ambulatoria. Se han montado cuatro tiendas en el recinto hospitalario para descongestionar las salas; si la tendencia continúa, proyectamos construir más estructuras. Fuera del hospital desplegamos personal en nuestros cinco puestos de atención primaria y se acaba de abrir un nuevo puesto de salud para atender las necesidades de los recién llegados. La situación se está convirtiendo en una situación de emergencia, pero por el momento MSF está consiguiendo mantener los indicadores de salud por debajo del umbral de la emergencia”.

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