El 15 de abril, se cumplen dos años de guerra en Sudán, un triste aniversario que nos recuerda que a la población de Sudán se le acaba el tiempo. Para visibilizar esta urgencia, instalamos un reloj de arena de más de 3 metros de altura en la Plaça de la Universitat de Barcelona. Urge una respuesta humanitaria masiva e inmediata.
Dos años de sufrimiento
Dos años de sufrimiento marcados por la indiferencia y la inacción. Dos años sumidos en una guerra brutal que ha devastado a millones de personas. A pesar de la magnitud de la crisis y una atrocidad despiadada, Sudán es un lugar que la mayoría prefiere olvidar. La guerra, la violencia y la tragedia que asolan este país no aparecen en los titulares de los medios de comunicación ni en las conversaciones cotidianas. La pregunta es: ¿sabemos realmente qué está pasando en Sudán? ¿Por qué parece no importar(nos)?
La guerra en Sudán no solo está destruyendo un país, sino que se libra con un desprecio absoluto por las vidas de millones de civiles. Las partes en conflicto han sitiado ciudades, bombardeado sin distinción zonas densamente pobladas, y bloqueado la ayuda humanitaria. Mientras, la respuesta internacional es insuficiente, paralizada por la burocracia, la inseguridad, la vacilación y una gravísima falta de inversión y liderazgo. "Los civiles de Sudán permanecen invisibles, desprotegidos, bombardeados, sitiados, violados, desplazados, privados de alimentos, de atención médica, de dignidad", sentenció nuestro secretario general, Christopher Lockyear, ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Una falta de acción que perpetúa la crisis y condena a 30 millones de personas.
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El Dr. Biaksoubo Keblouabé examina a Nasrin A., de 11 años, enferma de malaria © Ante Bussmann/MSF
Sin piedad contra la población civil
El conflicto en Sudán tiene un rostro y una identidad: la de los civiles. Es literalmente una guerra contra las personas. Desde abril de 2023, el enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) ha sumido al país en una espiral de violencia indiscriminada que ha provocado la mayor crisis de desplazamiento en el mundo. Más de 12 millones de personas han sido forzadas a abandonar sus hogares; 1 de cada 5 sudaneses ha tenido que huir de su vida, de su hogar, de su país.
Pero no solo han perdido sus hogares. Han perdido la posibilidad de recibir atención médica, refugio o protección. En esta guerra, los ataques a la población civil y la destrucción de infraestructuras vitales, como los hospitales, son parte de una estrategia militar deliberada. El resultado, miles de personas atrapadas entre el fuego cruzado sin acceso a asistencia vital. "Ambas partes han sitiado ciudades, destruido infraestructuras civiles vitales y bloqueado la ayuda humanitaria", denunció Lockyear.
Solo en el hospital de Al Nao en Omdurman, atendimos a 6.776 heridos de guerra entre agosto de 2023 y abril de 2024: una media de 26 personas al día, muchas con heridas por explosiones, disparos o apuñalamientos. Los relatos de los supervivientes son desgarradores: “Algunas víctimas llegaron al hospital con las piernas o las manos colgando, ya amputadas”. Y, en el caso de un hospital de El Fasher, una explosión provocada por un ataque aéreo mató a 2 niños y derrumbó parte de las instalaciones.
En Sudán, asistir a la población significa enfrentarse a obstáculos constantes. Prueba de ello son los (al menos) 60 ataques contra nuestros centros de salud, hospitales y clínicas. En Zalingei, Darfur, un compañero lo describió así: “Los hombres armados llegaron al hospital, dispararon y saquearon todo. Los pacientes ya no podían recibir atención médica, y muchos murieron antes de ser atendidos”.
La falta de hospitales y el colapso del sistema sanitario es una de las consecuencias más dramáticas de este conflicto. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 70% y el 80% de las instalaciones de salud en Sudán están fuera de servicio debido a la inseguridad, la escasez de material y la falta de personal. Médicos Sin Fronteras brindamos atención médica en 11 estados del país y, en muchas zonas, presenciamos niveles alarmantes de desnutrición y un preocupante aumento de enfermedades infecciosas como el cólera, el sarampión y el dengue, intensificando aún más la necesidad urgente de alimentos y suministros médicos.
El profundo impacto de la guerra no solo se limita a las heridas físicas. La violencia sexual, que afecta sobre todo a mujeres y niñas, se ha convertido en un arma más. Según nuestro último informe, el 90% de las mujeres que sobrevivieron a abusos sexuales en campos de refugiados cercanos en Chad dijeron que los agresores estaban armados, y la mitad fueron atacadas en sus propios hogares, a menudo mientras intentaban huir.
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"Vivía en la localidad de Abu Hajar, en el estado de Nilo Blanco, cuando se produjo un bombardeo aéreo en un mercado local. Yo estaba allí en ese momento y me lesioné, lo que resultó en la amputación de mi mano". Al Touma Adam Abdullah Tour, nacida en 2002. © Faiz Abubakr
La indiferencia mundial
Es aquí donde se encuentra la tragedia de esta historia sobre Sudán. A pesar de la magnitud de la crisis, la respuesta internacional ha sido mínima y la atención pública casi nula. Sudán no aparece en las conversaciones, no despierta la indignación que debería generar una emergencia de tal magnitud. Mientras millones de personas se enfrentan a la muerte, la pobreza extrema y la violencia, el mundo sigue ignorando lo que ocurre en este país africano.
La indiferencia mundial hacia Sudán es desconcertante. Se destina atención y recursos a otros conflictos, pero Sudán sigue siendo invisible a pesar de que su sufrimiento es comparable -si no peor- que otros desastres humanitarios más visibles. En un contexto como este, la pregunta que nos surge es: ¿nos importa Sudán?
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Personas desplazadas llegando a la localidad de Tawila. Proceden principalmente de El Fasher y de los campamentos circundantes, como Zamzam y Abu Shok, y señalan que la violencia extrema, los repetidos bombardeos, el aumento vertiginoso de los precios de los productos básicos y la escasez de alimentos son las principales razones para desplazarse. © MSF
Visibilizar y actuar
La guerra no espera y Sudán tampoco puede hacerlo: es urgente visibilizar lo que está sucediendo, lo que su población sufre y necesita a diario. El conflicto no está solo destruyendo un país, está borrando vidas, comunidades y un futuro para millones de personas. Médicos Sin Fronteras hacemos una llamada a la acción: es necesario visibilizar Sudán, sacarlo del olvido.
Seguimos trabajando en las zonas más afectadas del país, tratando a las y los supervivientes y proporcionando asistencia médica en un contexto extremadamente complicado. Pero el trabajo humanitario se ve dificultado a diario por la violencia, la obstrucción de la ayuda y la falta de recursos. La respuesta humanitaria en Sudán sigue siendo gravemente insuficiente. Es hora de que las organizaciones internacionales, gobiernos y la sociedad civil se unan para presionar por una solución política y por un aumento urgente de la ayuda humanitaria.
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Munir, de tres años, abrazado por su madre. © Tom Casey/MSF
¿Qué puedes hacer tú?
El primer paso es informarse, entender lo que está pasando en Sudán y no permitir que este conflicto se convierta en un olvido colectivo. Hablar de Sudán es crucial. Puedes visibilizar la crisis en tus redes sociales, exigir a tus representantes políticos que actúen, y apoyar iniciativas de organizaciones como Médicos Sin Fronteras. Cada voz cuenta.
Haz que el mundo sepa lo que está pasando en Sudán. Alza tu voz, comparte el mensaje, usa el hashtag #SudánNoPuedeEsperar y ayuda a que la comunidad internacional actúe con urgencia. La indiferencia no puede seguir siendo la respuesta. La población de Sudán no puede esperar más.
Sudán está pidiendo ayuda. ¿La escuchamos?
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