Jordania: el desafío de tratar las infecciones de los heridos de guerra

En nuestro hospital de cirugía reconstructiva en Ammán, nos enfrentamos a graves heridas de guerra e infecciones, a menudo muy resistentes. Para tratarlas, el trabajo de laboratorio es esencial, ya que da el 80% de los diagnósticos.

MSF
12/05/2017

Cuando los médicos no saben con seguridad qué le pasa al paciente, piden unos análisis. En nuestro hospital que trata a los heridos de guerra en Jordania, el equipo de Kate Baldwin, especialista en microbiología, contribuye con su trabajo a dar el 80% de los diagnósticos de los pacientes.

“Actualmente trabajo como gerente del laboratorio microbiológico en el proyecto de cirugía reconstructiva de MSF en Ammán, la capital de Jordania. Hace unas semanas que llegué y, en total, al final de mi misión, habré pasado aquí dos meses. Esta es mi primera colaboración con la organización.

Siempre había querido trabajar con MSF pero, ahora que me encuentro por fin en terreno, me siento aún más afortunada de haber tomado la decisión de venir a trabajar aquí. En el hospital contamos con un gran equipo y todos trabajamos unidos, haciendo gala de los mismos valores, para marcar una diferencia significativa en el tratamiento y cuidados que nuestros pacientes necesitan.

Heridas brutales

Muchos ingresan en el hospital con graves heridas de guerra, procedentes de países vecinos como Irak, Siria, Yemen y Palestina. La mayoría de estos pacientes necesitan cirugía reconstructiva avanzada, y a veces la necesitan durante varios meses o incluso años.

Y sin embargo, es difícil aceptarlo, pero ellos son de los pocos “afortunados” que logran escapar del conflicto y que tienen la oportunidad de recibir cuidados específicos y profesionales con los que intentar reconstruir sus dañados cuerpos.

Dando una vuelta alrededor del hospital, siempre veo pacientes que han sufrido algún tipo de mutilación, otros que tienen extensas quemaduras por todo el cuerpo y algunas personas cuyas caras han quedado desfiguradas.

Tener que ver día tras día las consecuencias que han tenido unos ataques tan brutales en la vida de todas estas personas, me resulta indignante y sumamente difícil de asimilar. Casi todo son civiles, en gran medida niños, que han sido víctimas de bombas, minas, disparos de bala y quemaduras de todo tipo; por citar tan solo algunos de los casos más frecuentes que nos encontramos. 

Muchos tienen huesos que no sólo están rotos, sino destruidos; otros tienen daños tan severos en la mandíbula superior e inferior que les cuesta incluso comer o respirar. Eso es lo que vemos en nuestro día a día aquí.

Infecciones demasiado graves

Cuando cuento a nuestros pacientes y a sus acompañantes que trabajo en el laboratorio, a menudo no saben ni que ese departamento existe. Y aunque alguno sí sabe de nosotros, la mayoría no conoce la importancia que tiene nuestro trabajo en el cuidado de la salud del paciente. De hecho, el 80% de los diagnósticos que hacemos se deben a nuestro trabajo.

En este proyecto, el problema más importante al que nos enfrentamos es la gravedad de las lesiones de guerra asociada con las importantes infecciones que presentan las mismas; y lo que es más importante aún: los altos niveles de resistencia a los antibióticos que nos estamos encontrando.

En el laboratorio, tomamos muestras de huesos y tejidos de la infección en concreto y proveemos un antibiograma a los médicos para que puedan dirigir el tratamiento de la infección de una manera apropiada y sin causar aún más resistencia.

Estamos encontrando altas tasas de organismos resistentes a múltiples fármacos y a antibióticos carbapenemes, unos antibióticos con un amplio espectro de actividad bactericida que se utilizan casi como último recurso y que sirven para tratar aquellas infecciones que son más severas.

Uno de mis primeros días, fui con uno de los médicos a una sala donde teníamos a varios pacientes que sufrían infecciones particularmente resistentes. El impacto negativo que generan estas resistencias en su recuperación es enorme; estos pacientes deben someterse a un tratamiento antibiótico prolongado, potencialmente tóxico, y que no solo prolonga el tiempo que permanecen aquí, sino que también influye en su resultado quirúrgico.

Los médicos me cuentan que a veces las infecciones de nuestros pacientes son tan graves que las amputaciones acaban siendo necesarias.

Desgraciadamente, parece ser que es algo relativamente habitual a lo que tenemos que aprender a enfrentarnos. Es así: mientras haya guerra, la propagación de estas infecciones resistentes continuará. Desde que estoy aquí, afortunadamente eso es algo que aún no ha ocurrido, pero me temo que sólo es cuestión de tiempo hasta que pase.

 

Desde que iniciamos nuestro proyecto en 2006, en nuestro hospital de cirugía reconstructiva en Ammán, hemos tratado a unos 4.500 pacientes y realizado cerca de 10.000 cirugías. Los iraquíes son el grupo de pacientes más grande.

Muchos de nuestros pacientes, aunque hayan recibido atención inicial por sus heridas, no han tenido acceso a procedimientos quirúrgicos especializados. Mediante este proyecto, ofrecemos cirugías para atender complicaciones que pueden presentarse meses después de la primera intervención, complicaciones que son difíciles de descubrir en la etapa inicial de atención, en la que los médicos están más enfocados en salvar la vida del paciente, y que pueden tener un gran impacto en la recuperación.

El hospital ofrece un paquete de atención integral a sus pacientes, el cual incluye, además de las intervenciones quirúrgicas, fisioterapia y apoyo psicosocial. A los pacientes también se les proporciona alojamiento y se les ofrece asistencia financiera para el viaje al hospital y para volver a casa después o entre los tratamientos, si el plan de tratamiento se extiende con el tiempo.

La mayoría de los pacientes han vivido experiencias horribles y traumáticas. Sus vidas han cambiado para siempre a causa de sus heridas y de la pérdida de seres queridos, y aunque sus heridas emocionales no son visibles, son profundas y pueden tener un gran impacto en sus vidas y en su capacidad para recuperarse. Por ello, más del 20% de los pacientes solicitan y reciben también apoyo en salud mental.

 

Artículo publicado originalmente en Planeta Futuro / El País