El mundo ha cumplido otro triste récord, el de personas desplazadas y refugiadas: hemos alcanzado la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, cerca de 110 millones de personas vivían desplazadas a la fuerza a finales de 2022, expulsadas de sus hogares por la violencia y la guerra: algunas son desplazadas internas, dentro de su propio país, y otras han cruzado las fronteras para convertirse en refugiadas.

Las poblaciones desplazadas están sometidas a constantes abusos y habitualmente tampoco tienen cubiertas sus necesidades más básicas, en especial de atención médica, cobijo, alimentación, agua y saneamiento.

En la actualidad existen además grandes movimientos de población motivados por las necesidades extremas y la miseria, a lo largo de rutas migratorias a menudo peligrosas y marcadas por la explotación y la violencia. También atendemos a estas personas y priorizamos las intervenciones en flujos migratorios donde la combinación de tráfico de seres humanos y violencia provoque elevados niveles de vulnerabilidad y sufrimiento, y donde las víctimas de abusos no estén recibiendo suficiente atención.

¿Cómo intervenimos?

 

Las poblaciones víctimas del desplazamiento, debido a su extrema vulnerabilidad, son prioritarias para nosotros, y en particular en aquellas crisis donde las necesidades son más acuciantes y donde no hay otras organizaciones trabajando o no las suficientes. Nuestros equipos trabajan para reducir la mortalidad, la morbilidad y el sufrimiento humano que provoca el movimiento repentino de una población que huye con lo puesto: pueden ser personas heridas o agotadas por largos trayectos, enfermas o desnutridas.

Nuestra asistencia médica es integral, y pone especial énfasis en la atención a menores de edad y a mujeres (por ejemplo con servicios de obstetricia de urgencia). Hemos desarrollado paquetes específicos para víctimas de la violencia sexual y también ofrecemos atención a la salud mental como componente esencial de nuestra asistencia. Esta atención se presta desde centros de salud, dispensarios, hospitales y, en caso de poblaciones dispersas, aisladas o escondidas, mediante clínicas móviles.

Además, es habitual que estas comunidades se asienten en emplazamientos improvisados donde sus necesidades más básicas no quedan cubiertas, lo que las hace enfermar o puede provocar brotes epidémicos: trabajamos para paliar las consecuencias de esas deficiencias sanitarias y del hacinamiento, por ejemplo haciéndonos cargo de la potabilización o distribución de agua, de la construcción de letrinas o del reparto de artículos de primera necesidad (kits de higiene personal, de cocina, de abrigo, de refugio, etc.). También son esenciales las campañas de vacunación contra las enfermedades que mayor riesgo presentan para estas poblaciones, como el sarampión, las diarreas o la neumonía.

MSF y los desplazados

 

A lo largo de nuestra historia, hemos trabajado en numerosas crisis de desplazamiento. Nuestra primera intervención tuvo lugar en Vietnam en 1975, con los refugiados camboyanos que huían de la violencia del régimen jemer rojo. En 1979, ya eran muchas las emergencias de este tipo a las que estábamos respondiendo: en la región de Ogadén (disputada por Etiopía y Somalia), en Tailandia (de nuevo poblaciones camboyanas) y en Sudán (con refugiados de Eritrea). En las últimas décadas, hemos asistido a las poblaciones desplazadas y refugiadas de los principales conflictos armados.

En la actualidad, damos asistencia urgente a poblaciones desplazadas y refugiadas en Siria y sus países vecinos (Jordania, Turquía, Líbano, Irak), Sudán, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Nigeria, Chad, Camerún, Etiopía, Kenia, Myanmar, Pakistán, Yemen, Colombia, México, el Mediterráneo y Europa, entre otros.